Muchas veces nos pasamos la vida en busca de algo, corriendo de aquí para allá hacia una meta, la meta de “ser feliz”. Buscamos la felicidad en lo externo: si hago este viaje, si me compro este coche, cuando cambie de casa, si apruebo el examen, cuando mi hijo empiece a andar, cuando me jubile, etc. etc.
Y nos olvidamos de vivir.
La vida es lo que estás haciendo ahora. Está bien fijarse metas, hacer planes de futuro, pero no perderse en ello. DISFRUTA DEL PROCESO, sé feliz DURANTE. La felicidad no es una meta, es un estado en el que podemos habitar desde ya y para siempre.
Y lo único que hay que hacer es ¡vivir atento!. Tan fácil. Tan difícil.
Vivir es más que solo respirar. Es sentir que respiras, sentir lo que haces.
- Si te pierdes en tus pensamientos y preocupaciones, no vives.
- Si vas todo el día con el piloto automático puesto, no vives.
- Si solo piensas en la llegada y no en el camino, no vives.
- Si no te satisface lo que tienes, lo que eres, no vives.
- Si no ves más que lo desagradable de tu vida pasando por alto lo agradable, no vives.
- Si solo exiges cumplir tu plan al pie de la letra, no vives.
- Si crees que lo que te pasa es culpa siempre de otros, no vives.
- Si no miras dentro de tí, no vives.
La belleza del río no termina en el mar. No hay nada mejor que disfrutar de cada momento, saborear el proceso, sentir el camino. El ego nos hace buscar y buscar satisfacción fuera de nosotros, nos lleva a pedir más. La observación de nosotros mismos nos lleva a disfrutar del presente. Atención plena. Mindfulness.