De propósitos y planes…
Cada año nuevo haces el plan anual, con tus objetivos y propósitos. Tu intención es muy buena y la esperanza grande después de observar que los del año anterior se quedaron a mitad camino. «Este año sí» es tu frase motivadora, aunque no siempre te la crees. ¿Te identificas?
Aunque seas de las que llevan su plan a cabo y cumple todos los propósitos, sigue leyendo porque quizá te hayas venido arriba con tus objetivos y dentro de un año estés entre las que no han llegado a la meta.
Dicen (más bien he leído en las redes sociales) que el 80% de las personas falla en la consecución de sus propósitos anuales. ¿No crees que merece la pena revisar esos hábitos que te has propuesto desarrollar o esos comportamientos que deseas cambiar o esas metas que quieres lograr, antes de que sea demasiado tarde? No hace falta irse a diciembre de este año; la gran mayoría de las personas ya considera que ha fracasado en febrero.
¡Venga que estás a tiempo!
Lo que falla, en general, es el enfoque con el que planteas tu plan.
A menudo el problema es que eres demasiado ambiciosa. Es probable que tus propósitos sean poco realistas o, cuanto menos, inalcanzables en tu situación actual. Planifica siempre desde tu presente siendo consciente de dónde estás, qué tienes y qué es alcanzable para ti. Está bien que sueñes a lo grande, pero a la hora de poner sobre el papel cuáles son tus objetivos o metas anuales, sé realista.
Además de revisar lo realizable o no de tus propósitos, aunque tu única meta sea comer manzanas todos los días o, incluso, algo más sencillo aún, hay una serie de estrategias que te serán de utilidad para que estos propósitos se conviertan en un nuevo hábito y los mantengas en el tiempo.
Cuanto más sencillo sea el proceso, más fácil te resultará implementarlo en tu vida.
Conoce tu «por qué»
De esto ya hemos hablado en este blog: ¿por qué lo haces?
Perdona la redundancia de esta frase: es importante que el propósito sea importante para ti. Es decir, que tus objetivos deben de estar conectados con tu propósito más profundo; con «eso» que de verdad te hace vibrar y consigue que todo lo demás merezca la pena.
Si es así, los obstáculos que se interponen en tu camino (por ejemplo la falta de tiempo, «otras» urgencias, distracciones, etc.) serán eso, solo obstáculos y no excusas que te lleven a abandonar. Cuanto más claro tengas el por qué de tu propósito, más te comprometerás con su consecución y la probabilidad de éxito será mayor.
En el momento en que percibas que no estás avanzando en tu objetivo, pregúntate por el verdadero motivo, el por qué más profundo, por el que quieres conseguirlo. De hecho, es buena costumbre repasarlo y revisarlo cada mes.
Concreta
Los objetivos demasiado generales son más inalcanzables. Necesitas concretar. No te sirve solo decir: «quiero lograr X». Para asegurarte el logro del propósito, debes ser más concreta: ¿cuándo? ¿en cuánto tiempo? ¿qué cantidad de X? Por ejemplo, quieres adelgazar: ¿Qué medio vas a poner para lograrlo? ¿A qué peso quieres llegar? ¿En cuánto tiempo? Sé lo más específica y concreta posible, cuantifica al máximo y establece metas «volantes», es decir, a corto y medio plazo, que te vayan acercando al objetivo final. Si te propones hacer ejercicio o meditar, especifíca: ¿A qué hora del día? ¿Con qué método? ¿Sola o en compañía? ¿Cuántas veces por semana? ¿Dónde?
Cuantas más preguntas con sus respuestas concretas te hagas, menos cederás a la procrastinación.
En resumen, la clave para transformar una meta en acción alcanzable es establecer el dónde, cuándo, cuánto y cómo.
Se trata de que tengas un plan sólido y específico.
Comparte
No, no te pido que compartas tus objetivos ni tus medios, ni siquiera tus recompensas. Lo que sugiero es que cuentes tu plan a alguien de confianza. Está demostrado que cuando se verbaliza, el compromiso es mayor. Por ello, haz partícipe al menos a una persona de lo que pretendes conseguir. Elige a quien sepas que te va a apoyar. No vale contárselo al dependiente de la panadería o a ese compañero que te acabas de encontrar en el autobús. Busca alguien de tu entorno que te dé un tirón de orejas cuando te desvíes.
Compartir tus objetivos y tu progreso con esa persona, y sentir su apoyo, contribuye a que te motives y te animes a cumplir. Aunque solo sea para no avergonzarte delante de ella o no defraudarla.
Y si alguno de tus planes los llevas a cabo en compañía, el proceso no solo será más divertido sino que el compromiso es siempre mayor y, por tanto, el éxito (como ir al gimnasio en pareja).
Sé tú misma
Está bien que tengas modelos en los que fijarte, son un referente que sirve para especificar un estado, meta o camino que funciona. Pero nunca desees ser quien no eres. Si lo haces, el fracaso está asegurado.
En lugar de eso, busca qué cosas no conoces de ti misma. Cree en tus capacidades y habilidades para alcanzar nuevos comportamientos o hábitos. Date la oportunidad de conocerte cada año mejor y basa tus nuevos hábitos y proyectos en tu identidad. Recuerda que no hay dos personas iguales y que cada una tiene unas circunstancias muy diferentes.
Cuida el lenguaje
Cómo te hablas es fundamental para conseguir los objetivos. Sí, tienes que ser realista pero también creer que puedes desde tu ahora. Construye siempre partiendo desde dónde estás cada día. Trocear y concretar los objetivos tiene mucha relación con el lenguaje. Si has formulado como propósito «quiero adelgazar 10 kilos» y solo de pensarlo te entra un hambre que te vas directa a la nevera, reformúla la frase cada día. Prueba con: «soy una persona delgada; hoy voy a comer X por mi salud y bienestar». Otro ejemplo: en vez de «tengo que escribir 1.000 palabras al día para poder publicar una novela en octubre» y acto seguido sentir una pesadez en las manos que te impide escribir, cada mañana date este otro mensaje: «soy la escritora que sacará novela en octubre y voy a empezar por escribir 1.000 palabras hoy».
Eres tú la que va a realizar la acción que te llevará a cumplir el propósito. Formúlalo así.
Cuidado con el entorno. ¿Te ayuda a alcanzar tus objetivos?
Tener un entorno friendly, como se dice ahora, es fundamental. Necesitas que tu entorno te apoye. Y no solo me refiero a las personas que te rodean si no a tu entorno físico. Dedica un tiempo a analizar tu espacio: ¿cómo tienes la mesa, los armarios…? ¿Lo que te rodea te ayuda a alcanzar tu objetivo? Si quieres leer 60 novelas al año, ¿tienes tu libro cerca?, si quieres adelgazar cinco kilos al mes, ¿qué hay en tu nevera?, si quieres ser más productivo, ¿cómo tienes la mesa de trabajo? El primer paso tras hacer tu plan, es poner los medios a tu alcance. Y eso empieza por tu entorno inmediato.
¡Cuidado! No solo se trata de poner; también de quitar: aleja lo que pueda suponer un obstáculo. Ya sabes, lo que está fuera de la vista, es más fácil dejarlo fuera de la mente. Evita las tentaciones.
Insisto: Que tu plan sea realista
Si bien hay que pensar en grande y no bajar la cabeza ni ante los sueños, no debes perder el sentido práctico ni apearte de la realidad. Si tus objetivos son inalcanzables y requieren un gran cambio que, a veces, ni depende de ti, el fracaso está casi asegurado.
Plantea tu gran sueño, escríbelo y ponlo en algún sitio en el que lo veas para que marque tu camino: es la estrella que te guía. Pero sabes que nunca llegarás hasta el cielo y la cogerás bajo tu brazo si antes no planificas cómo llegar a ella, paso a paso. Es imposible.
Ahora traza el camino pensado en esos pequeños pasos, incluidas las paradas, que debes hacer. Lo que cada día deberías ejecutar para avanzar por ese camino, la ruta a seguir, las acciones a llevar a cabo en tu vida diaria, a partir de lo que está a tu alcance. Si no tienes un avión, no te paralices; ve en coche. Pero ve. Con lo que tienes.
Para crear un nuevo hábito o cambiar un comportamiento debes actuar teniendo en cuenta el «mínimo esfuerzo viable», es decir, ir desde lo más pequeño posible hacia los objetivos mayores. Con pequeños éxitos tendrás motivación para alcanzar los grandes. No comiences con los más difíciles si no con lo que puedes hacer y persistes en ello.

Estrategias para que tu propósito no sea inalcanzable
Las ideas anteriores se resumen en 14 estrategias básicas y sencillas que te recomiendo seguir para alcanzar el éxito en tus propósitos:
- Utiliza la agenda: anota cada día esa acción que vas a llevar a cabo: desde «ir al gimnasio» (a una hora definida), hasta «comer una manzana» o «escribir un mail». Todo lo que escribas te comprometerá más. Programa tus tareas, incluidos los descansos. Sé especifica y concreta.
- Empieza por lo pequeño: si quieres adquirir un nuevo hábito o cambiar un comportamiento, empieza dedicándole solo quince minutos al día y poco a poco aumentarlo hasta que lo hayas integrado en tu rutina diaria.
- Busca un aliado: como decía más arriba, ¡cuéntalo! Si se trata de algo que sabes que te cuesta y que hasta ahora has pospuesto, contar con una persona que te lo recuerde y ante quien tengas que rendir cuentas, te ayudará a avanzar. Otra opción es unirte a alguien con el mismo propósito y llevarlo a cabo juntos.
- Prémiate cuando alcances las metas volantes u objetivos intermedios, date un pequeño incentivo o recompensa. ¡Celébralo! y comparte tu alegría.
- Háblate en positivo, aunque un día no hayas podido cumplir, no te derrumbes ni te flageles. Fíjate en lo conseguido otros días y confía en ti. Enviar mensajes positivos a tu mente te da el empujoncito necesario para seguir avanzando.
- Elimina las palabras limitantes y vagas como «si», «quizá», «tengo que…», «luego», «lo haré cuando…», «no puedo»… y habla en términos absolutos: «voy a…», «estoy», «hago», «claro que puedo»,, «lo estoy consiguiendo»…
- Utiliza herramientas visuales, por ejemplo, dibuja un mapa inventado en el que sitúes tus pequeñas metas a lo largo de un camino que te lleva hasta el propósito deseado. Cada día traza con otro color una línea con los avances.
- Practica la gratitud por la noche o a primera hora de la mañana. Hacerlo por la mañana ayuda a preparar tu cerebro para la positividad durante el resto del día: Pensar en estos pensamientos positivos libera endorfinas que mejoran el estado de ánimo y dan un chute de energía que conduce a una mayor productividad y pensamientos más optimistas durante todo el día.
- Piensa en lo que sumas y no en lo que quitas. Si, por ejemplo, tu propósito es hacer dieta, no pienses en las cosas de las que te privas si no en la salud que aportas a tu cuerpo. La privación no es motivadora.
- Desconéctate de tus dispositivos, al menos mientras realizas la acción que te lleva a tu propósito. Así serás más productividad y tu mente estará más enfocada y serena. Además, pasar un tiempo excesivo en redes sociales te resta energía (y la necesitas para llevar a cabo tus proyectos).
- Deja un tiempo para la pausa. Utiliza este tiempo para entrar en las redes sociales o para realizar otras actividades que te atraigan (leer, pasear…). Te sugiero que repartas tu tiempo en bloques utilizando la técnica del pomodoro.
- Revisa tus objetivos varias veces al año, por ejemplo, cada mes o cada tres meses. Reajusta tu plan si no te va bien e incorpora las novedades que hayas ido adquiriendo. Los planes deben ser flexibles. Al revisar, también estás recordando tus propósitos.
- Crea rituales. Si no lo has hecho nunca, es hora de probar. Cuando estableces un ritual tu mente se prepara para lo que va a venir; es una manera de dar por terminada una tarea y empezar otra sin que la tendencia a la procrastinación te venza. Si te acostumbras a tomarte un vaso de leche antes de irte a dormir, en cuanto lo estés preparando, tu cerebro ya relaciona ese acto con el dormir y te será más fácil conciliar el sueño. De la misma manera, tener un ritual antes de estudiar o ponerte a trabajar, ayuda a que la mente se prepare y la transición es más fácil.
- No olvides la honestidad. En todo momento, no dejes de ser tú y mantén tu mente abierta a lo que pueda venir. El estado de presencia y consciencia es fundamental para mantener unos objetivos realistas y conseguirlos en el plazo que te hayas propuesto.
¿Te habías propuesto unos objetivos demasiado ambiciosos? Cuidado que no te propongo que no sueñes en grande. Sueña, visualiza tu objetivo como si ya lo hubieras conseguido y da espacio a la mente para crear. Pero siempre siempre con los pies en la tierra y sabiendo en todo momento quién eres y qué medios tienes a tu alcance para seguir creando los medios que necesites.
Coméntame qué experiencia tienes con la consecución de objetivos y, si te parece interesante para otras personas, comparte la entrada. ¡Gracias!
(Fotos de Sharosh Rajasekher y Neven Krcmarek vía Unsplash)