tranquilizar la mente

Diez maneras de tranquilizar la mente parlanchina

Hay épocas en que tranquilizar la mente es todo un reto. La voz interior no deja de hablar, de decirte todo lo que tienes que hacer, de obligarte a tener tantas cosas en mente que la memoria de trabajo se agota y, con ella, tu energía. Ya no sabes ni dónde tienes la cabeza; bueno sí, es ese lugar de dónde sale la voz que no para y pedirle que se relaje solo trae más ansiedad.

El comienzo de curso suele ser de esas épocas del año estresantes, no solo para las madres, trabajadoras o no, también para muchos padres. Incluso lo es para los que no tiene hijos. En los trabajos se inician proyectos, a algunas les apetece hacer cambios en casa, otras se plantean empezar un curso o algún deporte, etc. La mente se llena de planes, queridos o por obligación, y esa sensación de que no llegas a todo, que querías quitarte en vacaciones, vuelve sin remedio, con el horizonte de la navidad y su propio estrés añadido.

Este año, además, se une una incertidumbre común que nos ha traído la pandemia y nos afecta a todos por igual, con o sin hijos. 

De qué nos habla la parlanchina

Hace unos días ingresé en un grupo de Telegram de una compañera instructora de mindfulness en el que las integrantes exponían preocupaciones similares: pandemia, niños, colegio, trabajo, conciliar, carga mental, distracciones, casa, llegar a todo, estrés mental, falta de foco, nuevos retos profesionales, apagar fuegos sin centrase en nada… Todo eso de lo que hemos ido hablando en este blog de una u otra manera.

Da igual si las vacaciones te aportaron paz mental o no; el regreso vuelve a accionar a la mente que piensa en exceso, se preocupa y tiene miedo ante la incertidumbre. Sabes que hay formas de aquietarla y tranquilizarla, puede que incluso las practicaras, pero ahora empiezas a sentir que si sigues así te vas a desbordar. 

¿Por qué no te tranquilizas, mente?

A veces, cuanto más queremos parar, menos lo hacemos. Nos engañamos diciendo que luego, acabo esto y descanso, cuando termine, etc. ¿Te ocurre? A mí me pasaba constantemente y solo conseguía llegar a la noche exhausta. El mejor momento para parar es ¡ahora! (No lo tomes literal; si estás conduciendo por la autopista mejor espera a llegar a destino). Ir de aquí para allá con un frenesí guiado por el «tengo que» provoca hiperactividad en la mente que busca más estimulación. Se lo pasa pipa azuzándonos. 

Y eso lo hace porque la mente, por si sola, no sabe cómo parar. De hecho, nunca para. Pero podemos ralentizarla, tranquilizarla y serenarla de forma consciente. Sola no lo va a hacer. Afloran miedos y creencias que lo que hacen es limitarnos más. A veces, no hacer nada es lo que te va a ayudar a dar con la solución. ¿Te han dicho alguna vez que un problema se ha resuelto solo? Lo parece pero no es así; simplemente has dado espacio y has abierto la puerta para ver con claridad (lee estos 4 ejercicios para abrir la mente). Y ahí estaba la solución.

No esperes a llegar al agotamiento mental y practica, entrena, busca cómo acallar y aquietar tu mente para que estés preparada en días de agobio o, mejor aún, no llegues ni a tenerlos porque sabrás gestionar las situaciones que pueden ser estresantes. Al menos esa es mi experiencia. Sé que la situación que ahora vivo me habría bloqueado años atrás, antes de haber entrenado la mente en momentos llanos, sin turbulencias. Hay quien empieza a practicar cuando vive una situación límite buscando resultados inmediatos; no siempre funciona. Iniciarte en el entrenamiento en épocas en las que todo va encarrilado te dará una caja de herramientas fundamentales cuando descarriles. Entonces te darás cuenta de lo útil y necesarias que son esas herramientas.

Si has estado en la playa y has visto alguna escuela de surf lo habrás visto claro: los novatos entrenan en aguas serenas, aprenden a estar en equilibrio sobre la tabla cuando no hay olas. Y solo cuando saben estar estables y volver al equilibrio, si lo pierden, surfean con olas. En la vida es igual.

Ideas para tranquilizar la mente ahora

Vale, sé que lo sabes pero te ha pillado el toro y ahora tu cabeza va a mil. Ya te avisé antes de vacaciones de que el verano era ideal para empezar con el libro «Entrena tu atención para lograr tus metas». No pasa nada. Tenemos tiritas temporales. Cuando desees calmar tu mente ocupada prueba con estas 10 formas de aquietar la mente:

1. Haz ejercicio

Te ríes. Crees que no, pero te veo. No dejes de leer porque la primera idea sea tan obvia. El ejercicio no solo tiene beneficios en tu físico (que después de vacaciones… bueno, yo no digo nada). Con la mente hace maravillas porque te obliga a salir de tu cabeza y poner el foco en el cuerpo de manera que diriges la energía dispersa hacia un lugar distinto y enfocado. Para ello debes elegir bien el tipo de ejercicio. Si te sientas en una bici estática a pedalear en modo automático o te metes en una sesión suave de yoga, es probable que la mente se regodee en tus preocupaciones y no salgas del enredo. Busca algo que mantenga tu atención como una carrera por una zona difícil o nueva, bailar poniendo tu atención en los pasos a dar o en seguir la coreografía, una sesión dirigida de cross-fit, una partida de tenis… Una hora de ejercicio de este tipo ayuda a que la mente haga una pausa.

Además, el ejercicio oxigena la mente y ayuda a que se serene y abra. 

2. Medita

No estaría escribiendo en un blog mindful si no hablara de meditación (lee los primeros pasos para meditar). Por supuesto que te va a ayudar a parar y tranquilizar la voz chillona de la mente si utilizas una práctica guiada o haces el ejercicio, que me encanta, de seguir los instrumentos de una pieza musical. No digo que no puedas meditar en silencio; si eres practicante habitual quizá te sirva. Ten cuidado porque corres el peligro que en silencio la mente se vaya por ahí y vuelvas a enredarte en esas preocupaciones.

3. Escribe una lista

Este es uno de los ejercicios del taller de escritura emocional. Otra idea que quizá parezca fácil y sencilla. Lo es, no te voy a engañar. Pero, si lo es ¿por qué no lo haces? Prueba a anotar lo que surge en tu mente, esas cosas que «tienes que» hacer y se te van amontonando. A veces, aliviar la carga mental es tan sencillo como anotarlo en una lista. Vas aligerando la mente y al no tener que acordarte, porque está por escrito, acallas esas voces que no dejan de decirte lo que tienes aún por hacer. Utiliza esa energía para actuar. 

Si son muchas las tareas, pasamos al segundo nivel: diferencia las prioridades y las tareas principales, distingue las que puedes delegar o dejar para el final porque no son urgentes. Después, empieza por la primera y no continúes con el resto hasta acabarla. Este es un resumen de la técnica Ivy Lee. Las listas ayudan a poner en orden la mente y liberan espacio en la memoria de trabajo.

4. Descansa en la creatividad

Dale un toque de creatividad a algo que tengas que hacer de todas formas, como cocinar o cambiar de ruta para ir al trabajo. Al hacerlo de forma nueva, diferente y creativa, la mente se enfoca en seguir los pasos, no actúas en automático, y durante esos minutos descansas de la mente parlanchina. Le has dado algo que hacer y así no te molesta. 

Si tienes algún hobby creativo que necesite mucha atención, es el momento de dedicare un tiempo.

5. Ordena tu espacio

El orden mental puede empezar por el orden del entorno. Para mí es muy importante y suelo empezar el trabajo ordenando la mesa. Cuando termino un proyecto, guardo lo anterior para dejar paso a lo nuevo. Así funciona también en mi mente.  

El desorden me produce estrés. Si te pasa igual, deshazte de las cosas que no necesitas, organiza esas pilas de papeles o cachivaches y limpia las partes de tu casa que no has tocado desde quién sabe cuánto tiempo. Ahora hay profesionales que te ayudan; mi preferida es Ana de ordenyconcierto. Síguela, da muchas y buenas ideas en sus redes.

6. Comparte lo que piensas

Seguro que te ha pasado que al exponer en alto un problema, tu sola dabas con la solución. Verbalizar las preocupaciones, sacarlas fuera, nos permite verlas con distancia y en su globalidad. Mientras las tienes ronroneando en la cabeza, solo ves una parte. Es mucho más difícil ver el hilo del que tirar si dejas el ovillo enredado dentro de la mente.

No necesariamente tienes que contarlo a otra persona. Puedes hacerlo, claro, o escribirlo para ti. Incluso hacer un comentario en redes aunque ten cuidado con tu marca personal y reputación. El caso es verbalizar y sacarlo de ti. Al compartir, muchos argumentos que te mantienen bajo presión, pierden consistencia.

7. Lee un libro de ficción

Quien dice un libro, dice ver una serie o una película. Una actividad que te absorba y te lleve a otros mundos donde «las cosas» les pasan a otra. Ayuda a despejar y tranquilizar la mente. En ocasiones da ideas que puedes aplicar a tu vida o te deja la sensación de que todo puede ser peor. Si optas por alguna obra que te deje buen sabor de boca estarás dando bienestar a la mente y esa sensación ayudara a acallarla. Se siente bien y no necesita seguir dando la matraca. Una buena idea es leer relatos.

8. Planifica

Cuando te sientes abrumada por todo lo que tiene que llegar, la planificación es el antídoto. Elabora un plan desgranando en pequeñas acciones a las que asignas el tiempo que necesitas para llevarlas a cabo y cuándo las harás. Luego, establece una fecha de inicio y finalización. Tener un plan le da a la mente un descanso, al no tener pensar en cómo vas a encajar todo en tu horario, y te permite gestionar imprevistos.

9. «Olvida» el móvil en otra habitación

Internet es la droga de las mentes inquietas. Creemos equivocadamente que navegar y meternos en redes sociales nos va a calmar «en este ratito hasta que…» Y es un error por dos motivos: porque el contenido puede ser más abrumador que lo que nos preocupa y añadimos preocupación en vez de tranquilidad (como en el caso de la pandemia) y porque la mente se activa más, seguimos navegando con ansiedad sin saber cuándo parar. En consecuencia, la mente se agota. Si necesitas tranquilizar la mente, olvídate del móvil durante un buen rato.

10. Concéntrate

«Sí, ¡qué fácil! ¿No te digo que la cabeza va a mil y no puedo?», estarás pensando. Tienes que intentarlo y forzarte un poco para conseguirlo (si hubieras entrenado con «Entrena tu atención para lograr tus metas» no estaríamos hablando de esto). Hay algunas técnicas que pueden ayudarte como:

  • Los rituales: antes de ponerte a trabajar/estudiar sigue siempre el mismo ritual (hacerte un té, meditar, arreglar la mesa, hacer la cama, estiramientos…) de manera que la mente recibe el mensaje de que después de ese acto toca trabajar.
  • La postura de poder: antes de empezar ponte ante el espejo en una postura tipo Superman y di que vas a poder con ellos.
  • Visualiza: antes de empezar la tarea recrea en tu mente lo que vas a hacer y cómo.
  • Usa la técnica del Pomodoro: divide el trabajo en bloques temporales de 25 minutos con descansos de 5 y deja para ese momento lo que te preocupa o distrae. La mente sabe que ese es su momento y te permite poner el foco en la tarea prevista.
  • Pon tu teléfono en modo avión o en modo no molestar.
  • Elimina las notificaciones del mail y no tengas muchas pestañas abiertas (unificadas o crea listas de lectura).

¿Qué te pareen estas diez ideas? ¿Has probado alguna?

Estas son las que a mí me funcionan, ¿tienes algún método que no esté en la lista? Me encantará conocerlo.

Foto de Faye Cornish vía Unsplash

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