Parece que las palabras niños hiperactivos y calma no pueden ir juntas, ¿verdad?
Cada vez los investigadores y terapeutas tienen más claro que el mindfulness, practicar la atención plena y llevar la consciencia al día a día, es muy beneficioso para los niños que presentan algún tipo de hiperactividad. De hecho, este va a ser el tema que voy a desarrollar en mi trabajo final del curso Educación y mindfulness (UAL).
Todos los estudios y experiencias que voy conociendo se refieren a la aplicación del mindfulness a los niños en general. No necesariamente hiperactivos. A cualquier niño, para que aprendan a concentrase y a vivir conscientemente. (Os enlazo la entrevista a Eline Snel, autora del libro Tranquilos y atentos como una rana para ampliar este punto). Y todo esto está muy bien, pero… ¿qué pasa cuando tu hijo (o educando) se niega en rotundo a practicar la meditación? Si cada vez que le propones un ejercicio, o un rato de quietud o pausa, te responde con un NOOOOOO rotundo? Puede ser contraproducente el obligarles, ¿verdad? Tú sabes que los beneficios son muchos, aunque no sean inmediatos, y él se niega porque su punto de vista es totalmente opuesto al tuyo. Si, además, aunque en su colegio conozcan los programas de mindfulness para las escuelas y los aprueben, no los aplican, ¿qué haces?
Pues muy sencillo: PRACTICA TÚ.
- ¿Qué? ¿Quién? ¿Yo?? Si yo no….
- Sí, tú sí.
Y ¿por qué? Por dos razones muy importantes:
1. Porque como ya sabes, más vale un buen ejemplo que miles de palabras. Porque predicamos con el ejemplo. Sí, lo sabemos. Aunque esta primera razón no es definitiva porque quizá el niño te vea en estado meditativo en tu habitación, suponiendo que practiques delante de él, pero puede seguir sin querer compartirlo contigo porque, simplemente, es más divertido montar legos o chutar el balón.
2. Porque como ya he dicho anteriormente en este blog, mindfulness es mucho más que meditar. Llevando una vida mindful, conseguimos muchos más beneficios. Así:
- Si conseguimos una mente en calma, transmitiremos calma
- Si somos positivos, transmitiremos positividad
- Si somos agradecidos, transmitiremos gratitud
- Si somos menos reactivos, transmitiremos menos reactividad
- Si somos reflexivos, transmitiremos reflexión
- Si somos cariñosos, transmitiremos cariño
- Si somos amables con nosotros mismos y los demás, transmitiremos amabilidad
- Si somos menos críticos y juzgamos menos, transmitiremos comprensión
- Si hablamos y actuamos desde el corazón, transmitimos amor
Y no sigo porque supongo que ya has entendido la idea, ¿a qué sí? En el primer tema del curso de postgrado Educación y Mindfulness veíamos cómo es necesario que tanto profesores como padres practiquen mindfulness para transmitirlo a los educandos o hijos. Sólo teniendo una mente consciente, sólo viviendo la atención plena, transmitimos una actitud mindfulness.
Pero esto no acaba aquí.
Si tu hijo no quiere practicar, se niega y se resiste aunque solo sea por llevarte la contraria, hay pequeños y sutiles ejercicios que podemos hacer con ellos. Te propongo alguno:
- La caminata consciente. Si por las mañanas vas corriendo que no llegas y el camino al cole o al autobús es de prisas constantes, te propongo madrugar un poco más y salir de casa antes (sí, se consigue, ¡palabra!). Aprovecha el camino para hacerles ser conscientes de su caminar, de cómo apoyan toda la planta del pie, cómo se mueve el cuerpo. También del color de los árboles, del frío o del calor.
- La comida consciente. Hay muchos ejercicios para que aprendan a comer siendo conscientes de lo que comen. Para empezar, quita la tele… Diles que cierren los ojos y que se metan una porción de lo que vayan a comer (o algo sorpresa) y que pongan la atención en ello, que lo describan y luego te cuenten su experiencia. Pincha aquí y verás un ejemplo.
- Movimientos conscientes. Puedes hacer con ellos pequeños ejercicios o estiramientos con los ojos cerrados (o no) y que vayan poniendo su atención en cada movimiento, en cada parte del cuerpo.
- Realmente cualquier momento puedes hacerlo consciente, invitándoles a prestar atención a lo que hacen, ya sea pintar, ir en el coche, jugar, bañarse en el mar, escuchar música… Invítales a experimentar, sentir y gozar el momento presente.
Aunque lo más importante, a mi modo de ver, es ser muy consciente de lo que transmitimos a los niños, con nuestras palabras y nuestros actos, con nuestra actitud y nuestra reacción ante todas y casa una de las situaciones de la vida.
Otros libros con los que puedes practicar en familia son:
El poder de la educación Mindfulness. El secreto para disfrutar de ser padres, madres o docentes. Programa EducaMind. De Antonio Castejón, publicado por Létrame.
Mindfulness para familias. Una maravillosa expedición con miles de estrellas. De Belén Colomina, publicado por Desclée de Brouwer
Mindfulness para el TDAH en la edad adulta. De Lidia Zylowska. Publicado por Desclée de Brouwer. (Válido para niños)
Y por supuesto el que mío que ya conoces y que dedico al trabajar con la atención Entrena tu atención para lograr tus metas.
La serenidad y la calma no pueden venir solo de los demás. Necesitamos cultivarla en nosotros para que, como ondas en el agua cuando tiras una piedra al río, se expandan hacia los que te rodean. Y si tienes en casa o en el aula un niño con hiperactividad, la necesidad es aún mayor, no solo por él o ella. También por ti y por tu salud mental. Nuestro bienestar no solo es cuidado del cuerpo, también de la mente. No lo olvides.
Viviendo una vida mindful, crearemos calma y felicidad a nuestro alrededor. De corazón.