En busca del equilibrio
¿Empezaste las vacaciones exhausta, mentalmente agotada, dispersa…? ¿Te dijiste que en septiembre retomarías tu trabajo y obligaciones con más relax para no llegar a julio como siempre?
Si es así y buscas un mayor equilibrio entre tu trabajo y tu vida (la que te gustaría) ya tienes lo más importante, que es darte cuenta de que estás en desequilibrio y tomar la decisión de buscarlo y, sobre todo, de mantenerlo.
Aprovecha, si lo has tenido, el relax del verano o las buenas sensaciones que hayas tenido (¿hiciste los deberes que te propuse de cuidarte?) y no dejes pasar los buenos propósitos e ideas que te surgieron en la hamaca de la playa o con la cervecera de la cena a la luz de las estrellas. No esperes para empezar que ya sabes que cuando dices mañana empiezo, mañana empiezo de pronto estás envolviendo regalos de Navidad.
Llegar al equilibrio y mantenerse ahí es bastante complicado; siempre nos sentimos en la cuerda floja. Es una sensación que puede generar más ansiedad por no llegar. Caminar por la cuerda floja provoca un desequilibrio constante, es decir, estás en equilibrio pero te mueves ligeramente de un lado a otro y tienes que corregir para equilibrar.
Esta es una de las razones por las que yo, más que el equilibrio, busco la serenidad.
Una vida serena es…
- una vida en la que disfrutas de lo que tienes sin rendirte a ello, es decir, buscando siempre mejorar
- una vida en la que cada noche sientes la satisfacción de lo realizado y la motivación para estrenar el siguiente día con ilusión
- una vida de logros y fracasos en la que das la misma importancia a ambos. Aprendes y sigues, logras y sigues, caes y sigues
- en la que eliges dónde pones tu atención porque sabes hacía donde quieres ir. Y si algún día te desorientas, sabes que tu brújula interna te guiará
- la que te lleva al equilibrio y no al revés
Y lograrla es como aprender a montar en bici.
¿Recuerdas los primeros días en los que ibas mirando el borde de la rueda delantera y aún así te caías? Estabas buscando el equilibrio y a cada tramo tenías que poner el pie en el suelo para volver a empezar (como ir por la cuerda floja regulando a cada paso).
Ahora que ya sabes, ya no miras a la rueda. Pedaleas mientras te fijas en el camino, en el entorno, en la compañia… sabes hacía donde ir y no tienes más que darle al pedal. ¿Es así? Ya no estás pendiente de mantener el equilibrio; lo tienes de manera natural porque ahora montas en bici desde la serenidad.
Pues algo así es para mí la vida serena. Sé que hoy quiero pedalear hasta la playa y allá voy, con fluidez si no pasa nada en el camino o solucionando los inconvenientes que puedan aparecer con el tráfico, el clima, piedras, boquetes…, con serenidad, sin perder el equilibrio. Cada día encuentras unas cosas aunque sea la misma ruta. Como la vida misma.
Si crees que no estás en equilibrio, o que no lo estabas antes de irte de vacaciones, es primordial que identifiques qué es lo que te hace desequilibrar.
¿De dónde viene tu equilibrio? (o tu desequilibrio)
A menudo culpamos al exceso de cosas que hacer, por ejemplo, los correos electrónicos sin atender, las redes sociales que se actualizan constantemente, llamadas telefónicas, visitas que se juntan, reuniones larguísimas, compras que hacer y otras tareas pendientes.
Empiezas bien el año, con un plan de productividad que te han dicho que es infalible y nada, que tú no llegas. De pronto un día ya se te ha acumulado todo, sientes que tus propósitos ya están naufragando, que no eres capaz de gestionar todos los aspectos de tu vida y crees que el problema es el exceso de tareas. ¡Es que es demasiado! ¡Todo pasa por mí! (¿Te suena?) Vamos a tratar de que, ahora que aún tienes la marca del bikini, esa situación sea cosa del pasado y no te vuelva a ocurrir.
Tal vez sientas que ese desequilibrio en tu vida viene del mundo exterior pero realmente está sucediendo en un nivel más profundo. En otras palabras, si los acontecimientos externos de tu vida te abruman es señal de que estás viviendo fuera del equilibrio interior.
Para lograr el equilibrio y mantenerlo no hay que ir de fuera hacía dentro, si no de dentro hacía fuera.
Primero busca la serenidad en ti y verás como lo externo deja de ser tan asfixiante y desequilibrante. Un interior sereno genera un exterior en equilibrio.
¿Cómo lograrlo?
Lo que te voy a dar no son los diez consejos clave ni el método infalible para alcanzar el equilibrio. Seguro que en la red encontrarás listas y listas de “haz esto” o “deja de hacer esto otro”. Como yo no soy tú y no sé realmente qué te desequilibra ni qué buscas, te voy a proponer unas preguntas para que busques dentro de ti eso que te da serenidad y te lleva al equilibrio.
Antes de que te devore la vorágine del trabajo y demás obligaciones cotidianas, te propongo este pequeño análisis post-vacaciones que puedes revisar siempre que quieras.
Lo que nos sucede en la vida se puede dividir en tres bloques temáticos:
- Enseñanzas (para aprender)
- Experiencias (para tener/sentir)
- Servicio (para dar)
Si tienes claro el propósito de cada uno de ellos, será más fácil que te sientas en equilibrio, serena y realizada.En realidad la búsqueda del equilibrio es dotar de sentido a los tres. Si puede identificar conscientemente tus razones personales, sabrás hacía donde dirigir tu atención en el día a día y cómo avanzar para crear la vida serena y equilibrada que deseas.
1.- ¿Qué enseñanzas debo aprender en esta vida?
La pregunta es simple y directa.
Identifica las enseñanzas que debes aprender. Anota las respuestas que te vienen a la mente sin descartar ninguna. Todas son bienvenidas. Da rienda suelta y observa qué sorprendentes pueden ser algunas respuesta a una pregunta tan simple.
En este ejercicio, muchas personas tienden a poner sólo lecciones o enseñanzas que implican dolor o sufrimiento, pero de verdad que no es necesario. Si te surge así, revisa la pregunta y piensa que enseñanzas para aprender no son problemas para resolver.
Cuando trabajaba por cuenta ajena y me pasaba el día corriendo de una lado a otro para llegar a todo (hijos, reuniones, compra, familia, etc.) vi que en realidad no llegaba a nada y no sólo no era feliz si no que empecé a tener problemas de salud. Si ese corre-corre tenía la intención de estar más presente con mis hijos, iba a conseguir justo lo contrario si me enfermaba. Aprendí que para equilibrar mi vida debía hacer algún cambio, soltar ciertas cosas y bajar el ritmo.
Puede que tu lección sea también un cambio, soltar algo que no te satisface, o una conversación que pospones, un escucharte más, darte una tregua, cuidarte…
Si enmarcas tu vida en términos de enseñanzas para aprender en lugar de problemas para resolver, encontrarás el equilibrio de forma más natural y fácil.
2.- ¿Qué experiencia me atraen?
En este caso, la experiencia significa oportunidades para estar más consciente y más despierta al mundo en el que vives. Se relaciona más con las sensaciones que la pregunta de las enseñanzas.
Las experiencias pueden ser muy diversas: viajar, pasar tiempo con ciertas personas, vivir aventuras extremas, escribir una novela, practicar deporte o construir relaciones importantes. Las experiencias deseadas involucran no solo el desarrollo de talentos y habilidades si no también el lograr una meta personal o profesional. Sí, el ámbito del trabajo también cuenta, porque ¿qué deseas experimentar profesionalmente para sentirte satisfecha y que estás haciendo lo que más te llena?
Anota las respuestas sin censurar ninguna. A veces dejamos de lado experiencias nuevas o vulnerables por miedo, comodidad, exceso de ocupación o cualquier otra razón. Si los ignoras siempre y priorizas tu lista de tareas pendientes sin dar nunca paso a una de estas experiencias deseadas, sentirás que tu vida empequeñece y al poner más tiempo y energía en el plato de la balanza del trabajo y obligaciones, tu vida se desequilibra.
3.- ¿Qué servicio puedo dar de manera natural?
¿Estás pensando en colaborar con una asociación, donar dinero, ser voluntario, etc.? Sí, eso sirve, son acciones muy importantes, pero no te centres en eso. Si sientes tu vida en desequilibrio y que no tienes tiempo para llegar a todo, es difícil que tengas energía para nada más. El servicio no siempre es tan obvio; a veces ni se ve, sólo lo sabes tú. Todos tenemos dones y regalos para dar.
Por eso, anota qué puedes hacer por los demás sin que te produzca más ansiedad o agobio. Por ejemplo, la amabilidad en el día a día con todo el que te cruces (abrir una puerta, ayudar a subir las escaleras a un carrito de bebé), poner un poco de humor para hacer reír a alguien triste, aligerar el trabajo a tu compañero, redactar un mail para ayudar a alguien que no sabe escribir, escuchar, animar una cena, cocinar, ayudar a abrir un perfil en una red social a alguien que no sabe, explicar cómo funciona el móvil a una persona mayor… cualquier don se puede convertir en un acto amable. Cualquier gesto puede ser un servicio. Sí, también saludar al conductor del autobús cada mañana, ceder tu asiento, regalar tu periódico, hacer una tarta de cumpleaños, encargarte de lo que se te dé mejor.
Los detalles amables son un servicio que no te quitan ni tiempo ni energía, y en cambio te hacen sentir bien. Si además puedes colaborar como voluntaria en algo, mejor aún.
Tus dones y gestos amables son obsequios para otros y ayudan mantenerte en tu camino. Las oportunidades para servir aparecen en tu camino, en tu lugar de trabajo y en el que vives.
¿Cómo va a ser este año?
Para mi el año empieza con el curso, después de las vacaciones de verano. Todo lo que se me ocurre hacer o mejorar mientras descanso lo vuelco en papel antes de que se quede en un mero pensamiento. Escribirlo es el primer paso para llevarlo a cabo. Estas preguntas ayudan a tener claro los propósitos y a trazar un camino por el que transitar el resto del curso en equilibrio, como una hoja de ruta.
Con las respuestas que has dado, haz una lista de prioridades y acciones posibles (a lo mejor has escrito en la segunda pregunta dar la vuelta al mundo en patines pero no sabes patinar; primera acción: aprender a patinar).
Con los propósitos y acciones claras verás como la ansiedad se va reduciendo y la serenidad va creciendo dentro de ti. Serás capaz de en momentos de agobio decidir qué es prioritario en ese instante sin desequilibrarte.
Recuerda: el equilibrio que experimentas en tu trabajo y tu vida comienza dentro de ti.
Si has respondido a las tres preguntas con honestidad y tienes claro cómo deseas que sea tu equilibrio, ya puedes leer todas los consejos de productividad, de gestión del tiempo y de eficiencia que encuentres por la red. Ahora sí te pueden ser útiles porque podrás gestionarlo desde la claridad y la serenidad interior, desde tu porqué.
Tu equilibrio interno es una fuerza estabilizadora con la que ninguna estrategia de gestión del tiempo puede competir.
Hay diferentes maneras de conseguir esa serenidad y equilibrio interno. No hace falta, a estas alturas de blog, que te diga que a mi lo que me funciona es la practica de la atención plena y mindfulness que me lleva a la observación interna cada día. También la escritura diaria de lo que detecto por dentro. Por eso son los temas de los que hablo. No son lo único que puedes hacer. Prueba y quédate con lo que te funciona, digan lo que digan los que te hablen de métodos infalibles.
¿Alguna duda o comentario?
Gracias por compartir
7 septiembre, 2018
Yo aprendí un buen hábito cuando leí y practiqué “el camino del artista” de Julia Cameron, las páginas matutinas. Exige levantarte media o tres cuartos de hora antes, pero la claridad y la consciencia que obtienes, vale la pena
7 septiembre, 2018
Es un hábito muy bueno, te felicito. De hecho, El camino del artista es uno de los libros que recomiendo y que uso en el Taller de Escritura Emocional. La escritura es una tabla de salvación para mí. Gracias Laia. Un saludo