A mí me salvó de una caída en picado. La escritura y la práctica de mindfulness fueron las dos anclas que me ayudaron a superar un momento muy difícil. Desde entonces, he estudiado ambas disciplinas y me he formado para poder ofrecer el curso que a mí me hubiera gustado encontrar.
La escritura es una herramienta, de probada eficacia, para sacar a la luz lo que llevamos dentro. Sí, eso que no te atreves a decir. Con la tranquilidad de que nadie —a no ser que escribas para un terapeuta— lo va a leer.
Yo me sentía abrumada por la cantidad de preocupaciones que ocupaban mi mente. Lo que se llama memoria de trabajo —el espacio de la mente que ocupamos con lo inmediato— se llena enseguida de asuntos que nos distraen de lo principal. Y yo la tenía a tope, de manera que no veía nada más y me perdía otros aspectos de mi vida mucho más valiosos.
Escribir me ayudó y te ayudará a liberar espacio en la mente y aliviar la carga. Incluso si es un problema muy gordo lo que te preocupa, dejarlo por escrito hace que tomes distancia y lo veas con perspectiva y claridad. ¿No es maravilloso?
«Escribe inflexible y directo sobre lo que te duele y verás claro entre las tinieblas»
– Ernest Hemingway-
He llamado al taller escritura emocional, no porque te pida que hables de emociones, si no porque vas a escribir sobre lo que te importa de verdad, lo que te emociona, lo que llevas dentro.