Te gustaría retomar tu vida y sentir que estás más atenta y tranquila que antes. Es decir, quieres llevar una vida más consciente y saber desconectar o, como prefiero decir, re-conectar. Porque la desconexión me hace pensar en dejadez, en parón, en claudicar, en algo estropeado. Me gusta más aprender a reconectar con lo que de verdad me hace sentir tranquila y feliz.
Tras una época de cambios e incertidumbre, la ansiedad, el estrés, el miedo, los nervios, el sentir que caminamos sin pisar el suelo hacen su aparición. Y es cuando añoramos estar más atentas y tranquilas.
Leo a mis alumnas del los talleres de escritura y concluyo que hay un miedo, a veces latente e inconsciente, a volver a vivir con piloto automático sin apreciar los momentos de la vida. A vivir sin conexión.
Después de dedicar tiempo a percibir mejor, a ser más conscientes, sabemos con más claridad lo que queremos dejar atrás y lo que deseamos conservar.
Una vida más consciente y pausada está en la mente de todas.
¿Tú también?
Lo principal es no dejarse llevar por las prisas ni por los acontecimientos externos. Si has tomado una decisión de vida de aquí en adelante, grábatela a fuego y no la abandones.
De aquí extraigo el pequeño hábito número 1:
Cada mañana expresa tu intención
Irte de vacaciones a una isla desierta y desconectar del mundo puede ser saludable, pero no es la solución porque cuando vuelves a tu vida real el estrés te está esperando. Para que eso no te ocurra y cuando vuelvas de esa ansiada isla tu serenidad siga cada día, tienes que introducir pequeños hábitos en tu vida.
Si estás deseando hacer una gran pausa vacacional que te desconecte, empieza por hacer micropausas en tu rutina.
Y he aquí el pequeño hábito numero 2:
Haz pequeñas pausas de atención
Hacer pequeñas pausas durante tu jornada laboral te ayuda a reducir el estrés, no perder el foco, mejorar la productividad y aumentar tu bienestar.
Las pausas las puedes hacer practicando la atención plena de diferentes formas y en distintos grados de profundidad según el tiempo de que dispongas.
Meditar es hacer pausas
Dedicar un tiempo a la meditación formal es el top de las pausas. Si ya eres meditadora lo sabes. Reservar un espacio de tiempo al día para sentarte en un lugar tranquilo y enfocar la atención en la respiración, un mantra u otro objeto de concentración, como explico en el libro «Entrena tu atención para lograr tus metas».
La meditación no siempre te aporta el relax de esa isla desierta a la que quieres ir. Al igual que en la isla, puedes encontrar bichos venenosos, falta de alimento o puede que te caiga un coco en la cabeza mientras haces la siesta, amén de otros percances que pueden ocurrir. ¿No te preparaste bien? La meditación te prepara y es una preparación en sí misma. Para que puedas notar sus efectos, el consejo es meditar al menos seis días a la semana durante quince minutos.
Pero estamos hablando de pequeños hábitos diarios, no de períodos de tiempo más o menos largos, que tú no tienes tiempo para nada, ya lo sé. Vuelvo al tema con el que empecé.
Pausas de atención sin meditar
Yo soy fan de la práctica de mindfulness informal. Lo sabes porque ya has leído el ebook que regalo al suscribirte … ¿Cómo? ¿Qué aún no lo has descargado? Suscríbete aquí y te llegará a tu correo. Ya no hay excusa para no empezar.
Como has visto en el ebook hay acciones diarias que podemos transformar en pausas meditativas como la ducha, un paseo contemplativo, escribir o montar en bici.
Si te estoy fastidiando ese idílico viaje a una isla desierta, ahora me vas a empezar a odiar: ¿sabes que puedes hacer esas pausas «vacacionales» durante la jornada laboral? Y sin que el jefe te llame la atención por pillarte haciendo una siesta sobre la mesa o con la mirada al infinito. No es eso lo que te voy a proponer.
«Vacaciones» relajantes durante la jornada laboral
Acepta la distracción
Es imposible que la mente no divague. No lo puedes evitar. Pero sí aprovecharlo a tu favor. Si te das cuenta de esos momentos, aprovéchalos y sé consciente de tu mente errante, acéptala sin reñirte y deja pasar lo que te ha distraído para volver a centrarte en tu tarea. Si es algo que te viene una y otra vez porque es importante, anótalo. Tu mente te avisa y si le dices que ya lo tienes bajo control, deja de martillearte.
Respira
Otra pausa que no te compromete es tomar unas respiraciones y ser consciente del momento presente: visualiza el lugar que ocupas, pon atención a los sonidos que escuchas en este instante, atiende a la respiración, siente el roce de la ropa, asiento, suelo… y mira los objetos que te rodean haciéndolos más presentes. Si tu lugar de trabajo te lo permite, haz algún movimiento consciente (es decir, mueve el brazo, cuello… visualizando en tu mente el movimiento y sintiéndolo en el cuerpo).
También en un atasco puede practicar ejercicios de respiración consciente.
Espera
Cualquier momento de espera puede ser una pausa de atención plena: en el médico, en el supermercado, en la peluquería, etc. Observa alrededor, escucha, busca sonidos y sensaciones a las que no sueles atender.
La vuelta al trabajo
Cuando vuelvas al trabajo después de tus vacaciones en la isla desierta, o cada mañana, da igual, prueba a entrar como si fuera la primera vez. Observa el edifico, la gente, las texturas de la decoración, las vistas desde tu ventana (si la tienes, que yo me pasé varios años en un zulo de paredes negras y pegué una gran foto de mi playa preferida para poder alejar mi mirada hacia el mar y descansar), cualquier cosa que salga a tu encuentro como si nunca la hubieras visto y déjate asombrar.
Practica la escucha activa con compañeros y clientes.
Ama lo que haces. Busca ese aspecto preferido de tu trabajo, el que te motiva de verdad, y recuérdatelo cada día.
Antes de volver a casa, deja las preocupaciones en la mesa de trabajo, junto a los bolígrafos y el ordenador. Suéltalo para volver a tu esencia antes de entrar en tu hogar con tu familia.
¿Sigues queriendo irte a una isla desierta?
Vale, sí; sé que sigues deseando irte a una isla aislada donde desconectar del todo. Y fíjate que digo del todo y no digo desconectar de verdad, porque para eso no hace falta irse a ningún sitio. Es más: si aprendes a desconectar de verdad en tu día a día, disfrutarás más de las vacaciones, donde vayas, y de la vuelta. Entonces sí que vas a descansar de verdad.
Sigue leyendo sobre cómo conectar en 10 maneras de conectar en vacaciones y empieza a prepararlas.
Mi propuesta para reconectar contigo misma es la escritura. Puedo ayudarte con los talleres:
¡Felices pausas vacacionales diarias! Si aprendes a hacer pausas no necesitarás irte a una isla desierta para relajarte y conectar. Búscate otra excusa.
Foto: de Zunnoon Ahmed vía Unsplash