Te invito a una partida de bolos mental
La idea me ha surgido esta mañana conversando con una amiga. Me comentaba que el curso que hizo de mindfulness le ayuda a controlar su mente, sobre todo para conciliar el sueño. ¡Bravo! Me alegra que duerma bien gracias a las prácticas aprendidas. Peroooo, ¿controlar? Brrrrr. Esa palabra me chirría. ¡Qué manía tenemos con el control! ¿Por qué nos empeñamos en controlarlo todo? En conversaciones coloquiales no suelo aclararlo. No merece la pena discutir por la palabra elegida; sé que la idea que quieren transmitir es correcta a pesar de utilizar la expresión control de la mente. Ocurre con muchas palabras y expresiones que utilizamos porque todo el mundo lo hace, porque han entrado a formar parte del lenguaje coloquial muy influido, casi siempre, por traducciones facilonas del inglés (como la tan cacareada zona de confort).
Pensando en cómo explicar todo esto del entrenamiento mental y el control o gestión de nuestra mente y sus pensamientos, se me ocurrió compararlo con una partida de bolos. Ya sabes lo que me gustan las metáforas y las comparaciones con actividades cotidianas.
¿Has jugado alguna vez a los bolos?
La primera vez, una persona normal no necesariamente muy diestra, experimenta cómo la bola se va hacía los lados y, con suerte, derriba un bolo o dos. Dependiendo de la habilidad de cada uno, que la bola se disperse o se dirija al objetivo puede conseguirse en mayor o menor plazo. Pero no solo depende de la habilidad, si no del tiempo que dediques a jugar a los bolos. Más avanzarás si vas todos los sábados que si vas a jugar dos veces al año.
Lo mismo para con la atención y la mente. Cuantos más minutos y días dediques a practicar y entrenar, antes aprenderás a ¿controlar la mente?
Esa es la segunda parte. Habrás visto en las boleras que a los menores se les suelen poner unas guías a los lados del campo de tiro (ese largo pasillo que va desde tu lugar de tirada hasta los bolos) de manera que la bola no se salga de su camino. Las guías ayudan, que no controlan, la bola. Así es en el caso de la mente. Los cursos de mindfulness, los entrenamientos de la atención, los psicólogos y terapeutas, el yoga o lo que elijas para cuidar tu mente, son guías que te ayudan. Mientras aprendes, acotas el campo para no perderte. No hay control porque no hay una mano que se ponga encima de la tuya y dirija tu bola, ni hay un surco en el campo de tiro por el que soltar la bola y que vaya directa (y controlada) hasta los bolos.
No hay control; hay dirección
Una vez superas el período en que las guías son necesarias y ya sabes cómo tirar la bola, esas guías desaparecen. Cuando terminas un curso, tu instructor deja de dirigirte. Para avanzar en tu pericia bolera deberás seguir practicando y dirigiendo tú la bola: evaluar el peso, adecuar la fuerza de tiro, elevar el brazo lo necesario, despejar el entorno, respirar antes de lanzar, enfocar tu mirada y tu tiro al objetivo, preparar la mano, guardar el equilibrio tras la tirada, etc.
Depende de ti.
¿Unicamente? No: Puede influir la suerte, el diferente peso de cada bola, el buen estado del campo de tiro, la energía que tengas ese día, que nadie te distraiga justo en el momento de tirar, los nervios…
Es imposible que todo lo tengas bajo control. Hay muchos aspectos que no dependen de ti. Y lo sabes. Por eso si no derribas ningún bolo dices que has tenido mala suerte o que el vecino te ha molestado o que… Cuando reconoces que no puedes controlar todo, echar la culpa a lo demás es muy fácil. Pero no pasa nada si no haces un pleno. Los bolos se vuelven a colocar y lo intentas de nuevo.
Cada día lanzamos nuestra bola-mente hacía nuestros bolos-objetivos. Cada lanzamiento es una nueva oportunidad de alcanzarlos. Eres feliz si lo consigues, pero también puedes serlo por el mero hecho de aprender a lanzar la bola, mejorar y pasar la tarde en familia o entre amigos.
Tu mente irá a su bola sin entrenamiento. Puedes aprender a dirigirla con guías o a base de práctica. Vas adquiriendo habilidades y vas conociendo cómo responde tu cuerpo a medida que haces más lanzamientos. Esto no va de control.
Esto va de tener claro el foco y aprender a dirigir nuestros pensamientos y habilidades atencionales hacia él sin perder de vista el contexto y las circunstancias que no podemos controlar.
Ahora podría inventarme una teoría del juego y decirte que un bolo representa al amor, otro al trabajo, otro la salud… y contarte una teoría flipante sobre la mente y la atención. Pero no; ni soy investigadora ni gurú. Porque esto solo era la secuela de una conversación con una amiga con la que nunca he jugado a los bolos. Y tan solo quería pasar contigo una tarde en la bolera.
¿Te apuntas a la partida?
En la Newsletter que envío a los suscriptores estoy incluyendo sencillos ejercicios de entrenamiento de la atención, preludio del libro que espero publicar en unas semanas. Y si no quieres esperar, puedes empezar con el taller de escritura de esta web o escribirme y contarme tu necesidad.
Venga, coge la bola que es tu turno.
Fotos de Karla Riveray Mitchell Gaiser vía Unsplash