Me gusta comer, en cualquier circunstancia, ya sea en un buen restaurante, en pareja o con amigos, o en familia, en casa de mamá o picar en una terraza frente al mar.
La comida tiene mucho de emocional, es más que una necesidad de nuestro cuerpo para seguir funcionando. Actúa también sobre nuestra mente y sobre nuestro estado de ánimo.
¿Quién no ha volcado su tristeza/depresión/furia comiendo con ansiedad cualquier alimento “prohibido”? (sí, hablamos de chocolate, patatas fritas de bolsa o cualquier ataque a la nevera), y ¿quién no ha celebrado con una comida o una cena los momentos más importantes de su vida, desde un ascenso hasta un cumpleaños o una boda?. Por no hablar de las fiestas navideñas que se avecinan o las comidas de trabajo. Todo lo celebramos con comida y cada fiesta especial tiene su comida: el turrón en Navidad, los huesos de santo el 1 de noviembre, etc.
Hasta aquí no os descubro nada nuevo, ¿verdad?.
Pero, ¿nos damos cuenta siempre de qué comemos y de cómo comemos?
En nuestro modo de vida actual en el que predominan las prisas y el ritmo frenético, la mayoría de nosotros tragamos más que comemos. En mi anterior trabajo comía medio sentada en 5 o 10 minutos. Cuánto antes acabara de comer, antes podría acabar mi jornada. ¿Es esto sano?. Evidentemente no. Ni para el cuerpo ni para la mente.
Incluso cuando nos sentamos a la mesa no sabemos disfrutar realmente de lo que comemos. Si comes frente al televisor, si estás más pendiente de que los niños coman que de lo que tú te llevas a la boca, si estás solo y aprovechas para leer el periódico o relacionarte por redes sociales, si estás pensando en lo que tienes que servir después, etc etc. Son muchas las ocasiones en que el ritual de comer es más bien una necesidad que intentamos que dure poco, por alimentarnos y ya está, que un momento dedicado a nosotros mismos, a cuidarnos y a realmente saborear lo que tenemos delante dando prioridad al momento presente.
Comer conscientemente supone comer a pequeños bocados o sorbos apreciando el alimento en todas sus fases, desde que lo llevamos a la boca (apreciando textura, temperatura, consistencia, sabor…) pasando por el proceso de masticación (no en vano muchos médicos y dietistas aconsejan masticar cien veces antes de tragar el alimento) y tragarlo después siendo consciente de su bajada hasta el estómago.
Comer conscientemente tiene muchos beneficios:
- Pérdida de peso: cuando comemos a toda velocidad, tardamos más en saciarnos. La señal de “estar llenos” tarda más en llegar al cerebro. Al comer con más lentitud y siendo conscientes de lo que comemos, nos sentimos satisfechos con menos y, además, nos tomamos el tiempo de elegir mejor lo que comemos.
- Mente en calma: comer sin dejar hueco al estrés nos da la oportunidad de relajarnos. Hacer de la comida un ritual y plantearnos ese momento como un descanso real, darnos ese respiro y dejar los problemas a un lado hasta después, nos ayuda a acallar la mente.
- Digestión más sana: tras una comida consciente, el estómago se siente más ligero. Cuando se come deprisa, puede hasta doler el estómago o podemos sentir una pesadez que con una comida relajada no se siente. La digestión se va haciendo poco a poco y sentimos saciedad sin pesad es una práctica de mindfulness que está siendo incorporada cada vez más para el tratamiento de problemas relacionados con la alimentación como la obesidad, trastornos por atracón, bulimia y anorexia. En los sitios www.comerdespierto.com y www.thecenterformindfuleating.org , entre otros, puedes encontrar mucha información sobre esta opción, que es considerada el nuevo paradigma para los desórdenes con la comida.
A estas alturas puede que te preguntes: ¿Cómo comer conscientemente?
Estos son mis consejos:
- Relaja el cuerpo antes de empezar a comer haciendo varias respiraciones profundas.
- Da gracias a quién haya hecho posible tu comida de hoy (desde el agricultor, hasta la persona que lo haya cocinado).
- Observa la comida y sé consciente de su color y textura.
- Respira y deléitate con los aromas de la comida.
- Mastica con calma recreándote en los sabores y texturas. Come lentamente, masticando muchas veces cada bocado y pasándolo por toda la superficie de tu boca. Mientras lo haces, es recomendable dejar los cubiertos sobre el plato. No tomes un nuevo bocado hasta que termines el primero. Respira profundamente antes de llevarte el siguiente bocado a la boca. Haz todas las pausas que necesites mientras disfrutas los alimentos y fíjate en las sensaciones que tu cuerpo está experimentando.
- Date un tiempo de relax antes de seguir con lo que tengas que hacer tras la comida.
Seguramente ya tengas otra pregunta: que cómo vas a hacer todo eso con el poco tiempo que tienes. Sí. Nos pasa a todos.
Mi consejo es que empieces con una comida especial, una vez a la semana y que una vez que tengas integrado el proceso lo empieces a practicar siempre que puedas, siempre que te des cuenta de que vas demasiado deprisa. Una vez adquieras la rutina, lo harás a diario y ni te supondrá más tiempo del que ahora dedicas a comer. Notarás los beneficios de sentirte menos pesado tras la comida, de engordar menos y sobretodo, disfrutarás mucho más del acto de comer.
No te juzgues si no tienes tiempo, simplemente sé consiente de cómo comes ahora. Darte cuenta ya es un gran paso. Pruébalo e irás notando los cambios.
Meditación de la uva pasa
Uno de los ejercicios primeros que se hacen en los cursos y talleres de Mindfulness es el ejercicio de la pasa. Si no puedes hacer una comida consciente, empieza por este ejercicio y caerás en la cuenta de sensaciones que nunca antes habíais considerado. Simplemente por comer una pasa (trozo de chocolate, caramelo o algo pequeño que puedas tener en la boca).
Si haces el ejercicio tras leer este post, te pierdes la sensación de no saber de qué se trata desde un primer momento y dejarte llevar por quién te dirija la meditación. En los cursos, primero cierras los ojos y pones tu mano boca-arriba de manera que no sabes qué es lo que te van a dar. Las sensaciones empieza con el tacto. Si lo haces sólo, ya sabes qué es lo que vas a tomar. Así que te invito a acercarte al ejercicio con mente de principiante.
He buscado recursos gratuitos para que puedas hacer el ejercicio ahora, desde donde estés. He encontrado este:
http://www.ivoox.com/meditacion-uva-pasa-audios-mp3_rf_9165229_1.html
Comer conscientemente en familia
Puede ser incluso divertido practicar en familia. Al menos una vez a la semana intentar que nuestros hijos se acerquen a la comida de una manera más consciente y que disfruten de ella.
El ejercicio de comer conscientemente lo transformé para mis hijos este verano como un juego. Seleccioné varias cosas diferentes, comestibles todas: caramelos, almendras, uva (sin pepita), un trozo de plátano, una galleta pequeña… Con los ojos cerrados o con una banda que les tape la visión, les vas dando alguna de las porciones que has preparado.
Y el juego es adivinar lo que es accionando todos los sentidos menos la vista: el tacto, el oído (sí, aunque no hicieran ruido les hacía moverlo cerca de la oreja; es increíble como los niños sacan sonidos de donde no parece haberlo… o tal vez sí?), olfato y, por último, gusto. Debían recrearse en cada uno de ellos. Y al final, les dejaba también mirarlo para que relacionaran todo lo que habían sentido con los ojos cerrados con lo que luego veían.
Como siempre recuerdo en este blog, existe la posibilidad de vivir cada momento en un estado mental de presencia amable, sin juzgarnos, sin criticarnos ni obligarnos a nada. No hay nada que hacer. Saborea el momento y déjate vivir. Y qué mejor momento para saborear la vida que durante una buena comida!.
Gracias por compartir si tienes alrededor gente que come compulsivamente o crees que le pueden venir bien estos consejos.