Mente – cuerpo – mente

Coincidirás conmigo en que el estado de ánimo (y los sentimientos) influye en nuestros movimientos. Pero no es tan obvio para todo el mundo que nuestros movimientos tengan impacto en nuestros sentimientos (y en el estado de ánimo). Por ejemplo, si te sientes cansado o triste, tus movimientos se ralentizan. En cambio, si te sientes ansioso, necesitarás moverte o, al contrario, puedes bloquearte completamente.

Recientes estudios muestran que la conexión entre cerebro y mente es una vía de dos direcciones, lo cual significa que el movimiento también puede cambiar tu mente.

Mucha gente acude al gimnasio, a baile o va a correr no sólo por los efectos positivos que el ejercicio produce en su cuerpo, si no también en su mente. El ejercicio aeróbico, por ejemplo, reduce la ansiedad. El ejercicio en general nos da resistencia física, flexibilidad, equilibrio, fuerza y energía. Una de los objetivos de muchas personas es, simplemente, desconectar de su rutina o de los problemas que le aquejan; alejarse mediante el ejercicio. Aunque puede ocurrir que durante la carrera la mente de mono se ponga a parlotear y no consigas más que “engrandecer” el problema. O puede que, incluso, encuentres “la solución”.

Atención plena y movimiento

También en el ejercicio debemos practicar la atención plena, la atención al cuerpo, para que sus beneficios sean mayores, tanto en lo físico como en lo mental. Visualizar el ejercicio que hacemos, la parte del cuerpo o el músculo que estamos trabajando, ayuda a que el trabajo sea más efectivo. Y eso contribuye a que nuestra mente parlante se ocupe en otra cosa y descanse.

El yoga es el principal ejemplo en el que mente y cuerpo se unen para trabajar. Y no sólo en yoga: los principios y actitudes mindfulness los puedes aplicar en cualquier disciplina. Una vez que estés entrenado en la meditación y la atención plena, prueba a hacer ejercicio con plena consciencia. Es un tipo de practica informal muy saludable.

Otra forma de llevar la meditación al movimiento son las prácticas caminando, la realización de estiramientos y asanas (posturas de yoga). Todo ellos ayuda además a la regulación de la postura, a la reducción del estrés y al equilibrio. Es el complemento perfecto a la práctica sedante formal. Si, por ejemplo, tu postura en la meditación formal te produce alguna incomodidad física, se te entumece algún músculo, o se te duerme la pierna o el pie, prueba a hacer estiramientos conscientes que relajen esa parte del cuerpo, de una manera suave y consciente.

Tanto el ejercicio consciente como los movimientos meditativos los puedes hacer tú mismo, cada día, en casa al levantarte o tras una meditación formal.

Cuerpo y mente están íntimamente conectados.

Aunque la mente sea quien controla el movimiento del cuerpo, la manera en la que te mueves afecta a tu manera de sentir y de pensar. Por eso si buscas la calma y el equilibrio en tu mente, los ejercicios pausados y suaves y la meditación en movimiento, contribuirán definitivamente a llegar a ese estado de calma interior.

Si tienes ocasión de hacerlos al aire libre, por la montaña o junto al mar, los beneficios son aun mayores. Y lo bueno es que puedes aprovechar cualquier ocasión: el camino al trabajo, un paseo, un rato en el gimnasio, una clase de pilates, un baile en casa cuando nadie te ve, etc. etc.

Además de todo lo dicho, el ejercicio nos proporciona mayor bienestar y salud. Y ya lo decían los griegos:

mens sana in corpore sano

¿Paseamos?

Y tú, ¿qué opinas?. Nos vemos en los comentarios. Puedes compartirlo (también es sano :)). ¡Gracias!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll to top