¿A qué es cierto?. ¿No te ha pasado que cuando gritamos o te hablan a gritos ni te enteras de lo que haces?. Entramos como en un bloqueo mental que nos dificulta “ver”. Al menos a mí me ocurre. Es como si se me “cerraran” los sentidos y me es difícil hasta pensar. Con el peligro de contestar con automatismos, responder sin pensar en lugar de reaccionar de una manera consciente.
Estoy en plena lectura del libro de Marshall B. Rosenber, “Comunicacion no violenta. Un lenguaje de vida”. Llevo con este libro mucho tiempo, no por su longitud (de hecho es bastante “fino”) si no porque el contenido no es para leerlo en una tarde y ya está, si no para ir trabajándolo, primero en tu propia mente y luego practicando a tu alrededor.
A pesar de ello no creas que en mi casa se habla con dulzura todo el tiempo. Hay ratos, más de los que quisiera, que parecemos una “pajarería” en la que todos “luchan” por hablar más alto. Y es en esos momentos cuando en realidad no oigo a nadie, no escucho, no veo… Sólo siento que ese nos el camino de entendernos.
Habrás observado como yo el lenguaje “violento” que se da entre los niños. Palabras que no sabes dónde las aprenden (¿en el patio del colegio? eso dicen ellos), o expresiones que dicen sin entenderlas y sin saber el daño que pueden hacer. Quizá creen que así son “más guay”. Difícil también hacerles entender que ese no es el camino.
Y los medios de comunicación no son precisamente un ejemplo a seguir. Dejando a parte los debates televisivos y algunos programas que en mi casa no se ven (y que deberían estar prohibidos), creo que se debería cuidar más el lenguaje en series y películas. No digo que la misión de los medios de comunicación sea la de educar, si no que, como puerta de entrada de muchísimas cosas a los hogares, deberían cuidar más aspectos como el lenguaje y la forma de relacionarnos en sociedad. Por ejemplo, descubrimos hace poco una serie titulada “Mozart in the jungle” (Mozart en la jungla) protagonizada por Gael García-Bernal en la que se aprende mucho sobre cómo se organiza una orquesta, se escucha música maravillosa y varias cosas más. Además de divertida. Se la quisimos poner a los niños como otra manera lúdica de acercarles a la música clásica y cortamos enseguida. Era (y es) tan soez el lenguaje que no nos pareció adecuado para niños de 8 y 9 años. Una pena porque en la televisión pasamos de programas muy infantiles para niños muy pequeños donde todo es “yuppi” a programas violentos, o no violentos, pero con un lenguaje poco edificante. Series divertidas que además sean un medio para aprender hay pocas o ninguna (o yo no las he encontrado).
El lenguaje es una poderosa herramienta para comunicar y tiene más influencia sobre nuestras vidas y las de los que nos rodean de lo que nos damos cuenta.
Precisamente y sin buscarlo, me he encontrado en la red varios ejemplos de la necesidad de hablar sin violencia, no sólo a los niños, si no a cualquier persona sea familia, amigo, compañero de trabajo, etc. Te dejo algunos ejemplos:
- Carta de una directora de guardería de Noruega a los padres llamándoles la atención sobre cómo su lenguaje y manera de dirigirse “al mundo” influye en la manera de comportarse de sus hijos:
- Te invito a leer también este post que compartí en Facebook titulado: “Mamá, ¿dónde está tu magia al hablar?” de www.educacion-emocional.es. A mí me encantó y me hizo reflexionar. ¿Cuántas veces nos dejamos llevar por nuestra prisa, nuestro cansancio, etc sin reparar en lo que de verdad necesita nuestro hijo?.
Antes de dejarte llevar y utilizar un lenguaje “violento” (que puede hacer que te arrepientas después) respira tres veces con cierta profundidad y enfócate en tu presente. Decide cuál debe ser tu respuesta. Es difícil, lo sé. Al principio necesitarás más tiempo. Poco a poco lo irás integrando y no necesitarás más que milésimas de segundo para elegir tu reacción e ir dejando los gritos. Y los de tu alrededor lo imitarán.
Varias veces ha salido en este post la palabra difícil. Sí. Es difícil sobre todo porque lo que haces en casa, en familia, parece que se diluye al contacto con la sociedad. No le des el poder a lo “externo”. Cuida tu lenguaje y poco a poco ve extendiéndolo a tu alrededor, empapando a los tuyos. Es difícil. Requiere estar atento y no perder la confianza en que se puede. Porque sí, es difícil, pero no imposible.
Y una forma de conseguirlo es hacer nuestra la enseñanza de este cuento:
EL REGALO
Buda estaba trasmitiendo sus enseñanzas a un grupo de discípulos cuando un hombre se le acercó e insultó, con intención de agredirlo. Ante la expectación de los allí presentes, Buda reaccionó con absoluta tranquilidad, quedándose quieto y en silencio.
Cuando el hombre se fue, uno de los discípulos -indignado por tal comportamiento-, preguntó a Buda por qué había dejado que aquel extraño lo maltratara de ese modo.
Buda respondió con serenidad: “si yo te regalo un caballo pero no lo aceptas, ¿de quién es el caballo?”. El alumno, tras dudar un instante, respondió: “Si no lo aceptase, seguiría siendo tuyo”.
Buda asintió y le explicó que, aunque algunas personas decidieran gastar su tiempo regalándonos insultos, nosotros podíamos elegir si queríamos aceptarlos o no, como haríamos con cualquier otro regalo.
Si lo coges, lo aceptas, y si no, el que te insulta se queda con el insulto en sus manos. No podemos culpar al que injuria porque es decisión nuestra aceptar sus palabras en lugar de dejarlas en los mismos labios de los que salieron.
Si cada día eliges la ropa con las que los demás te ven, ¿por qué no elegir las palabras con las que te presentas al mundo?
Referencias:
Educa bonito con disciplina positiva
Cómo hablar para que los niños escuchen
Seguiremos hablando de comunicación. La palabra es un arma muy poderosa. Hablemos desde la calma de nuestra mente, desde la paz.
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