¿Somos lo que pensamos?
La psicología cognitiva afirma que nuestros pensamientos tienen cierto poder sobre nuestro estado de ánimo y sobre nuestras emociones. Y no le falta razón. Pero, ¿somos lo que pensamos? ¿pensamos como pensamos por cómo somos? ¿o lo que pensamos nos hace como somos? ¿qué influye en qué?
A mí personalmente me da miedo profundizar en este tema en un blog que se nutre de experiencias, no sea que alguien se lo tome como una teoría o una verdad a la que haya que hacer caso porque sí, porque lo he leído en Internet. Antes se oían las verdades en la tele (“ que sí, de verdad que es así, que lo han dicho en la tele”, vale, sí, pero ¿quién lo dice, con qué base, cuándo, cómo..?) Parece que en cuanto alguien tiene un foro en el que dejar sus pensamientos, éstos se convierten en verdad absoluta. Ahora la televisión pasa a un segundo lugar y las verdades se dicen en las redes sociales (youtubers, influencers, blogueros…).
Puedes recomendar una novela en todas tus redes que, si gozas de cierta credibilidad, la leerán muchos que tendrán el poder de elegir y de decidir si a su vez les ha gustado o ha sido una pesadilla de lectura. Y con la misma libertad lo podrán vocear en esas mismas redes. Y el bien o el mal que puedas provocar no va mucho más lejos. Pero, ¿qué ocurre con otros consejos que se dan a todos por igual porque a uno le ha funcionado (o le pagan para que lo diga)?
Eso es lo que me da miedo en todo este mundo del desarrollo personal en el que se mete a veces mi blog porque hablo de mindfulness y otros temas relacionados. Los que saben de SEO y algunos gurús del márketing me dicen que te cuente los 10 hábitos necesarios para, o las 6 leyes que rigen tu mente, o las 8 loquesea que necesitas para ser feliz, y así San Google me pondrá por delante de la competencia. Y a mí es que no me sale. Te puedo dar consejos o ideas según mi experiencia. Pero, en serio, si no eres feliz acude a un profesional. Leyendo blogs puede que lo que consigas sea aumentar la infelicidad. (Ahora mismo oigo a mi vocecita negativa gritando que qué estoy haciendo, ¡te vas a quedar sin lectores!)
Y todo esto que te cuento se desdice porque en realidad sí que suelo compartir una recomendación, la más importante de todas para mí y es que:
no te creas nada de buenas a primeras porque no existe una sola fórmula infalible para todos.
Ni a todos les va bien el yoga, ni eliminar los lácteos, ni hacer baños de bosque (¡qué cosas se inventan para decirte que pasees al aire libre!)
Pero hablábamos de pensamientos. No te despistes.
Seguro que en tus lecturas has leído que somos lo que pensamos, o al menos, que nos comportamos según lo que pensamos. Si practicas mindfulness te dicen que no te preocupes por lo que piensas porque son solo eso, pensamientos. Y tú no eres tu pensamiento. Y te enseñan a desvincularte del pensamiento para que éste no influya en tu comportamiento (perdón por las redundancias).
Otras lecturas te sugerirán que para obtener lo que quieres debes enfocar tu pensamiento en eso. Que si lo creas en tu mente, lo creas en la realidad. Precisamente algo de eso hay en el entrenamiento de la atención sostenida. Tu realidad se crea según donde pongas tu foco de atención. La verdad es que la realidad no varía; lo que cambia es lo que tú ves cuando decides dónde poner tu atención (en lo que tienes o en lo que no, en lo que puedes o en lo que no, en eso que no te gusta de tu cuerpo en lo que sí…)
A ver si nos aclaramos. Entonces, ¿qué pasa?
Pues que ni todo es blanco ni todo es negro.
Es cierto que si estamos continuamente con pensamientos negativos, nuestros ademanes serán depresivos y nuestros esfuerzos por conseguir lo que queremos sean mínimos y dejamos que las cosas sucedan sin intervenir para luego quejarnos de lo mal que nos ha ido.
Pero también es cierto que solo cambiando el patrón del pensamiento no conseguirás todo lo que te propones. Puedes visualizar una y mil veces que sacas un sobresaliente en un examen, hacer la postura de poder, decirte y decir que eres un crack y que vas a hacer el mejor examen de la clase, que si no te sientas y estudias, perdona hijo, pero no vas a sacar ni el 5 pelado.
Y aún hay más. Todo esto sirve para personas que están, digamos, en la media en cuanto a salud mental se refiere. Quiero decir, que si estás ante una persona con depresión, que sólo ve negro sobre negro, y le dices que no piense así, que sea positivo, que lo que ve no es la realidad, que exagera, etc. lo que consigues es que se deprima más. Aconséjale que vaya a un especialista. Es mucho mas prudente. ¡Cuántas veces por querer animar a alguien a base de tópicos y frases hechas superpositivas todas, lo que conseguimos es lo contrario!
En el caso del mindfulness no varia mucho la situación. Me da terror ver cuántas webs te prometen eliminar tu ansiedad haciendo un curso de 8 semanas. ¡Te sorprendería saber que conozco a bastante gente que la práctica de mindfulness le ha provocado más ansiedad! Y no, no es que lo hagan mal. De hecho, la meditación se hace o no se hace; lo de bien y mal no tiene cabida. No hay malos ni buenos meditadores. Solo hay gente que medita y gente que no. Es como decirte que paseas mal; paseas o no paseas, lo de bien o mal…, en fin, que no cuela.
Yo soy una de esas personas. Recuerdo unos días que sentía taquicardias. Una mañana hasta me mareé y una amiga me llevó a urgencias. Allí me dijeron que presentaba un cuadro de ansiedad. Y yo le dije a la enfermera: “No puede ser, ¿yo?, ¡pero si vengo meditada de casa!” La risa que le dio a la buena señora… Y conozco más casos de meditadores que han tenido algún cuadro de ansiedad. Si quieres practicar mindfulness porque tienes ansiedad, busca un profesional cualificado y cuéntale tu caso; te irán bien las meditaciones basadas en la respiración pero otras serán contraproducentes.
Lo mismo ocurre con la depresión. El primer profesor que tuve de mindfulness me preguntó si tenía depresión y, de tenerla, si me medicaba. No y no a las dos preguntas. Quise saber por qué lo preguntaba. Me dijo que él era instructor certificado de mindfulness pero no era psicólogo ni médico y que en el proceso de autoindagación que supone un curso de mindfulness, las personas con depresión pueden reaccionar de manera que solo un profesional puede atender. Y así es. Que no te cuenten que con mindfulness se te va la depre. Ve a un profesional y si él utiliza el mindfulness en tu tratamiento, de manera controlada y sabiendo lo que hace, genial; seguro que te va a ir muy bien. Lanzarte a tu aire, en un curso online o presencial en el que no hay un profesional detrás que te conozca, pues a mi me da miedo, la verdad. En algunas meditaciones pueden “salir” esos fantasmas que creías silenciados y provocarte cuadros de ansiedad, depresión o cualquier reacción que no sepas controlar.
Porque al final, de lo que va todo esto de mindfulness, meditación, yoga, atención plena, etc. es de autoconciencia: al observarte y conocerte eres capaz de reconocer tus patrones de comportamiento. Y por tanto, tus reacciones y posibles consecuencias.
Y de nuevo me utilizo de ejemplo. Ahora mismo vivo una situación que sé que en otras circunstancias me llevarían a una depresión, como enfermedad, no de esa de “ay estoy depre”. Y lo sé porque hace años pasé por una. Lo sé porque en todo el tiempo que llevo practicando mindfulness y meditación he aprendido a conocer mis patrones de comportamiento y reconozco enseguida como crece el resorte que, debidamente accionado, me lleva al derrumbe. Si ahora, con estas sensaciones y sintiendo que voy por una cuerda floja con el abismo a mis pies, empezara de nuevas a practicar mindfulness sin un profesional detrás, es más que probable que me dejara caer. Porque cuando lo ves todo negro, lo ves negro y punto. Y ninguna frase motivadora te saca de ahí. Más bien lo emborrona todo más. Lo que necesitas es una pequeña luz que te ayude a enfocar poco a poco, lo que hay a tu alrededor. Pero no solo la linterna que da la luz, si no una mano que, sosteniendo la tuya, guíe a esa linterna, enfocando aquí o allá, dando más abertura o menos, hasta que seas capaz, por ti mismo, de dejar pasar la luz en tu mente. Y habrá meditaciones que te ayuden a ir abriendo el foco de luz y otras que aumenten la oscuridad.
Sé también de muchas personas que abandonan los cursos de mindfulness, o los hacen y no siguen practicando, porque creen que son sesiones de relajación. Y lo que encuentran es a veces lo contrario; no se relajan porque empiezan a mirarse por dentro y no les gusta lo que ven. Es lo que tiene la autoconciencia, que no discrimina. Ves lo que hay. Tú decides si lo etiquetas de bueno o malo, de positivo o negativo, de me gusta o no me gusta. Y tu decides si quieres potenciarlo o cambiarlo, si te enfocas en eso o lo dejas pasar y te enfocas en otra cosa para seguir avanzando en tu camino. Para aprender a decidir estas cosas (etiquetar, enfocar, etc.) conviene contar con un profesional de la meditación.
Quizá te he desanimado. Ya ves. Mindfulness no es la panacea. Más bien son las lentes que te ayudan a mirar lo que hay. Practicar mindfulness supone:
- Vivir con la depresión, si la tienes, y querer salir de ella. No evitarla, ni doparla, ni negarla.
- Vivir con la ansiedad, si la tienes, y aprender a regularla. No dejarte llevar por ella, ni esconderla, ni esquivarla.
- Vivir con las alegrías, si las tienes, sabiendo que también pasarán como todo lo demás, sin engancharte.
- Vivir con las penas, con los problemas, con tus cualidades, defectos, habilidades y circunstancias.
- Vivir reconociendo cuál es tu sueño sin quedarte a vivir en el limbo.
- Vivir tomando acciones responsables para transitar el camino elegido y cambiarlo con flexibilidad cuando lo consideres.
- Vivir con serenidad, en el equilibrio y la ecuanimidad.
El pensamiento es el filtro a través del cual vemos la realidad, que es la que es. Mantenemos el filtro limpio, nítido y claro con la meditación. Con constancia y perseverancia; una limpieza a fondo y luego dejarlo no es mantener, ¿lo sabes verdad?
Mindfulness es una manera de vivir y de tener mayor conciencia de ti mismo. Mindfulness es una manera de ir quitando piedras en tu camino vital y de llenarlo de flores. ¡Ah, no! que las flores ya estaban. Es la atención plena la que te permite verlas como nunca antes las habías visto. ¡Y qué bien huelen! ¿Lo notas?
19 septiembre, 2018
Enhorabuena por este post.
Yo tampoco soy capaz de hacer esas listas para el SEO. Ya aprenderé, o no…
En cuanto al Mindfulness, cierto: no pretendamos que cure algo que necesita otro tipo de atención. Cada cosa tiene unos beneficios y no hay que confundir la atención con los problemas.
Un abrazo
19 septiembre, 2018
Hola Laila, ¡qué alegría leerte!. Para mí el secreto es siempre la búsqueda del equilibrio en todo. Y ahí vamos. Si tu vocecita interior está serena y satisfecha, ¡enhorabuena! Ese es el camino. Un abrazo