Rompe el ciclo del pensamiento (la rumiación)
Una de las características del ser humano, que lo diferencia de los animales, es su capacidad de pensar y discernir. El pensamiento y la reflexión son una ventaja que a veces se convierte en un obstáculo para nosotros mismos. Con demasiada frecuencia nos enroscamos en un pensamiento y nuestra mente parece una rotativa que nunca para. Es lo que se suele llamar mente de mono (aclaremos que se trata de un mono parlanchín), rumiación (por eso de hacer una bola que no tragamos), la loca de la casa (como Santa Teresa de Jesús llamaba a su mente que no dejaba de hablarle), el monólogo o cháchara mental o, incluso, la radiomente (término creado con mucho acierto por Charuca).
Cuando la mente atiende a esa cháchara en la que se ha convertido el pensamiento, que es cuando hablamos de rumiación, pueden ocurrir dos cosas:
- Que nos enroquemos en una idea y vayamos en círculo en torno a ella. Como el hámster que corre y corre por la misma rueda sin moverse del sitio.
- Que la idea se expanda como tela de araña o madeja de lana, llevándonos a lugares que ni remotamente pretendíamos. En este caso podemos llegar a construir verdaderas historias inverosímiles que , con toda probabilidad, nunca ocurrirán. (Nota para mis lectores escritores: llevad siempre un cuaderno y apuntad esas historias, por favor.)
Seguro que tanto en el caso 1 como en el 2, te gustaría romper el ciclo para poder avanzar. Sabemos que el tono del pensamiento determina nuestra felicidad pues eso que deambula por la mente es dónde estamos poniendo la atención y el foco. Por ello, te pregunto:
- ¿Con qué frecuencia te quedas estancada en un pensamiento?
- ¿Con qué frecuencia repites el mismo patrón al hacer tus tareas diarias, día tras día?
- ¿Frecuentemente piensas lo mismo?
- ¿Con qué frecuencia rumias viejas historias?
- ¿Te persigue la indecisión por los mismos problemas?
- ¿Analizas los pros y contras hasta el infinito buscando la solución perfecta?
- ¿Te enfrentas con frecuencia a la misma resistencia a hacer algo?
- Cuando te obcecas en esos pensamientos, ¿te parece que no hay nada más en el mundo?
Cuando tu pensamiento circular te lleva a estas situaciones, tu energía creativa se estanca y se hace más difícil la toma de decisiones.
Cómo llegamos a esa situación tiene varias explicaciones según los expertos: desde creencias, autoestima, la educación recibida, el contexto social, miedos… No entro en el porqué en este artículo (pregunta a tu psicólogo de cabecera). Prefiero centrarme en cómo romper el círculo para que te enfoques mejor y deshagas la madeja que te impide avanzar. La analogía de la madeja es mía y me encanta:
A veces veo esos pensamientos como hilos de lana que se van liando liando con nudos que no deshace ni mi abuela y enredos con los que puedo tropezar y caer si no ando con cuidado.

Ideas para romper la rumiación
Piensa divergente
¿Sabes qué es el pensamiento divergente? Que yo sepa, se empezó a usar esta expresión por Sir Ken Robison, experto en creatividad, a raíz de una charla TED y otras publicaciones. La charla, por cierto, se titula ¿Las escuelas matan la creatividad? y puedes escucharla aquí.
El pensamiento divergente, dice Robinson, no es otra cosa que la capacidad de ver muchas respuestas posibles a una sola pregunta. Como ves, esto es característico de una persona creativa. Puedes llevarlo a la práctica contestando ahora mismo cuántos usos le darías a las gafas que llevas puestas para leer esta entrada (y si no las usas —debes ser joven— a un bolígrafo o cualquier objeto común que tengas al alcance de esa maravillosa vista que tienes y que, pido a Dios, conserves durante años).
Haz la prueba con otra persona para ver a quién se le ocurren más usos. Hay quien no llega ni a diez y otras que superan las 200 respuestas. Estas últimas son la que tienen un pensamiento más divergente.
Llevado este ejercicio a tu pensamiento cíclico o rumiante, date cuenta primero de que lo tienes. Lógico, si no te das cuenta de que estás rumiando, no puedes pararlo. Saca tu vena más humorística y date respuestas a esa cuestión que te atormenta. Cuantas más, mejor. Y si te ríes con alguna te estarás diciendo que no es tan grave como pensabas. Buscando diferentes soluciones, aunque sean inverosímiles, además de usar el pensamiento divergente (que es más de lo que te acabo de contar), estás tomando una distancia que te ayudará a tratar la cuestión con objetividad.
Utiliza el humor
Es una extensión de la anterior. Como te he dicho, una vez te des cuenta de que estás rumiando para y hazte preguntas con humos. Ríete de ti misma y de tu pensamiento paralizante:
—¿Qué me quieres decir?
—Sí, ya, ¿y eso por qué?
—Anda y déjame un ratito. Ya te he escuchado, calla un ratito.
—Sí, claro, si pasa eso a mí no me pillas, que nos conocemos.
O, como decía Gila, cuéntate un chiste que no sabías y ríe un poco.

Practica la mente de principiante
Otra forma de cortar con el ciclo del pensamiento es parar y observar con mente de principiante, como ya te decía en otra entrada. La creatividad se lleva muy bien con la mirada de niño que conoce por primera vez, también llamada la mirada del turista.
Vuelve tus ojos sobre ese pensamiento, problema o cuestión como si fuera la primera vez que lo tienes. Deja a un lado tus creencias y las respuestas que hayas dado en otras ocasiones en las que el contexto era diferente.
En ocasiones las respuestas que das no las cuestionas porque te han dicho que es así. Quizá en la época escolar debías creer más y confiar, pero ahora que ya eres adulta puedes plantearte las cosas y poner en duda lo que te contaron. En vez de enredarte en el pensamiento recurrente y volverte loca con tu monólogo interior, busca e investiga: descubre el por qué. El creer que todo es como te han dicho puede provocar un bloqueo mental que es un obstáculo a la creatividad y a la toma de decisiones. Hay que vaciar la mente para volverla a llenar, como dicen algunos cuentos budistas.
Actúa con el entusiasmo del que lo hace por primera vez.
Curiosea
Dale vía libre a la curiosidad y ayudarás a tu mente para que sea más creativa y no se bloquee con pensamientos que se enroscan y enrocan.
Hazle preguntas a tu propio hilo de pensamientos, cuestionas tus argumentos con curiosidad como si estuvieras hablando a otra persona. No te dejes llevar por esa madeja de argumentos; córtala y observa curiosa. ¿Qué puedes hacer con ese pedacito, ese pensamiento aislado? ¿Por qué y cómo te ha surgido? Desde el primer pensamiento que tuviste a este puede haber pasado de todo, ¿cómo has llegado a él?
Corta el ciclo del pensamiento con una meditación para observar y curiosear.
Para y respira: la bofetada
Seguro que alguna vez has oído que para callar a una persona que grita histérica hay que darle un bofetón sin hacer daño (perdón, no quiero que suene violento); la persona en cuestión se calla de golpe. Dale un bofetón imaginario a tu mente parlante. No te escandalices que lo explico: se trata de parar y hacer una pequeña meditación; ese es el «bofetón» que le das a tu mente de mono para que corte el pensamiento imparable que te grita a la oreja. Céntrate en la respiración durante unos minutos. Y si tu persistente mente sigue con ese pensamiento, no decaigas, vuelve a la respiración.
O, alternativa a la meditación si no es lo tuyo, busca un quehacer que te guste y te abstraiga hasta el punto de que dejes de pensar. Cuanto más te alejes del pensamiento rumiante, más fácil será luego que des la respuesta adecuada cuando retomes la cuestión.
Escribe
Escribe ese pensamiento que te taladra la mente en una hoja. Una vez y otra y otra más hasta que pierda el sentido. Hasta que solo veas palabras que no significan nada juntas. Disecciona el pensamiento. Y ahora escribe la misma idea con otras palabras (sin son en tono positivo y productivo, mejor). Varía el tipo de oración: escribe como pregunta, como queja, como alegría, con exclamación… Deja pasar un rato y vuelve a leerlo. ¿Qué piensas ahora?
Haz el ejercicio del por qué último para llegar a ese motivo final que dará perspectiva a todo lo demás.
Recuerda que todo lo que ves actualmente, lo que sea que sepas en este momento, es solo una perspectiva. También hay muchas otras perspectivas igualmente válidas.
Últimas preguntas
Ante una decisión o cuando estés falto de motivación, hazte tres preguntas. Lo he dejado para el final porque me gustaría que las leyeses más de una vez, incluso que te las apuntes en tu cuaderno, agenda o smartphone y las tengas cerquita. Si tu pensamiento circular o rumiante no te deja avanzar, si estás desmotivado, si no sabes qué decidir porque te ahogas entre pros y contras, tómate un minuto y responde:
- Qué es lo que quiero recibir del mundo.
- Cómo es la persona en la que me quiero desarrollar.
- Qué huella quiero dejar en el mundo.
- Con lo que ahora, en este instante, estás haciendo: ¿te acercas a la persona que quieres ser?
- Con la respuesta que doy a ese pensamiento, la decisión que tomo, la rumiación, el bloqueo…: ¿me acerco a la persona que quiero ser?
Cada cosa que hagas es un paso más hacia la respuesta a las tres preguntas. ¿Vas hacia delante o hacia atrás?
Cuando abres tu mente, también te abres a nuevos mundos de ideas y posibilidades.
Fotos de Azfan Nugi, Les Triconautes y Bianca Berg via Unsplash