Perder el control

Todos queremos controlar…

¿O tú no?

Ahora que estoy escribiendo sobre atención me encuentro con muchos artículos y trabajos que hablan de controlar la mente. Supongo que el término control vende mucho porque el querer controlar es algo muy humano. ¿Qué queremos controlar?: El mundo si eres alguien llamado Trump, o tu pequeño espacio interior y exterior si eres una persona normal y corriente como yo.

En muchas ocasiones sentimos que perdemos el control, especialmente cuando ocurre algo que nos exige salir de la (mal) llamada zona de confort.

Sabrás de lo que hablo si has dejado tu trabajo o tu trabajo te ha dejado a ti, si quieres lanzarte a emprender, si has tenido que cambiarte de ciudad o, incluso, de país, si has sufrido la falta de alguien querido, si has conocido la ruptura, si has perdido tus ahorros, si has querido reinventarte, si has sufrido alguna enfermedad grave o… (añade lo que te haya hecho perder el control que creías tener, si no está en la lista).

La falta de control produce miedo

Son muchas las circunstancias fuera de nuestro control que pueden llevarnos al borde del abismo, frente a lo desconocido, sin saber hacia dónde dirigirnos. Sentir que no tenemos el control nos produce miedo: miedo a que vayamos hacia una vida peor que la anterior, miedo a perder lo que ya considerábamos ganado, miedo a no saber cómo gestionar los cambios, miedo a errar en el siguiente paso, miedo a movernos y a quedarnos parados…

Resumiendo: miedo a lo que no controlamos. 

Cuando nos ocurren estas circunstancias que hacen tambalear nuestro mundo conocido es cuando realmente nos damos cuenta de la inconsistencia de la vida, de que todo es temporal. También para lo bueno: podemos experimentar sorpresas realmente gratificantes.

Queremos controlar todo, hasta el pensamiento

Creemos que controlando nuestros pensamientos, controlaremos todo lo que nos ocurra: el proceso y el resultado. Y no es así. Los pensamientos siguen su camino. El control lo tenemos sobre la voluntad: hacemos caso a esos pensamientos, los seguimos, los dejamos ir… 

Hace poco leí una crítica a la frase de “la actitud lo es todo” argumentando que no lo es porque las circunstancias no las podemos controlar. En este blog ya hemos hablado de eso. La actitud, si no lo es todo, es casi todo. Porque es evidente que las circunstancias son muy difíciles (a veces imposibles) de cambiar, pero tu actitud hacia ellas sí que la puedes ajustar. Siempre uso el ejemplo de la nevera casi vacía: llegas a casa y hay tres alimentos en la nevera, a priori incompatibles, y no puedes salir a comprar nada más. La circunstancia es que eso es lo que hay y no se puede cambiar; la actitud es llorar por lo desgraciada que te sientes, enfadarte por no haber sido más previsora, o creativa y hacer una cena con lo que hay.

Tienes el poder de elegir tu actitud en cada momento y sacar el mejor partido a lo que hay.

El psicólogo Nacho Coller habla del control mental de manera muy amena en el artículo Control mental, la culpa y tiro porque me toca.

¿Qué podemos controlar?

Cuando algo cambia en tu vida y sientes que pierdes el control, recuerda que no lo pierdes del todo: te queda, como mínimo, el control sobre tu voluntad y tu actitud ante el cambio. Tendemos a construirnos mundos seguros donde controlamos hasta el menor detalle. Por eso un pequeño cambio puede derrumbar un mundo entero.

Construye ese mundo que deseas, está bien, pero suelta el querer controlarlo todo y deja un resquicio a la incertidumbre y a la sorpresa; suelta el querer controlar todas las circunstancias de tu vida. Como a un hijo que de bebé depende de ti para todo, es tu deber controlarlo, y de mayor vuela solo (como tú ahora). 

Sin embargo…¿cómo podemos aprender a soltar el control de nuestro mundo seguro? Si piensas que hay que dejarse llevar por lo que llegue, te equivocas. Sucumbir a lo desconocido dejando el miedo a un lado es casi una sentencia de muerte y destrucción. Recuerda que el miedo es muy útil porque nos mantiene prevenidos. El problema es dejar de hacer cosas por culpa del miedo. La actitud hacia el miedo debe ser de comprensión y de escucha (¿qué me quieres decir?) pues gracias a él aprendemos qué áreas de nosotros mismos debemos reforzar.

¿Controlar o no controlar?

Si nos soltamos a querer tenerlo todo bajo nuestro control y admitimos que todo es temporal y nada es seguro para siempre, nos abrimos a aceptar la incertidumbre como una circunstancia más. Así, nuestra (mal) llamada zona de confort se expande porque estaremos cómodos en cualquier escenario y no sólo en los conocidos.

Para conseguir este estado de control (o no control) consciente es muy útil la meditación. Con ella aprendemos a examinar nuestros puntos más vulnerables como son el miedo, la ira o la inseguridad, y los convertimos en herramientas para adaptarnos al cambio y seguir avanzando. Cuando a estas emociones tildadas de negativas les damos una misión positiva, de ayuda y superación, se convierten en herramientas poderosas —por ejemplo, el miedo puede ayudarte a ser más valiente—.

La clave de todo esto reside en la gestión de todos nuestros recursos internos, los que nos son propios,  ya sean etiquetados como positivos o como negativos, aunque personalmente no me gusta distinguir. Recuerda la película Inside Out (Del revés en español) que nos muestra como la repudiada tristeza no es negativa; tiene su función y es nuestra tarea saber reconocerla y gestionarla.

Ese es el verdadero control: reconocer, aceptar y gestionar de la mejor manera para cada uno.

No sé si te has dado cuenta de que sufren más los que tratan de controlarlo todo y cuando algo se sale de su superplan en el que está todo previsto, se sienten perdidos. Y de que son los que tratan de controlar su pensamiento indomable, los que peor se adaptan a un mundo en constante cambio.

¿Tú crees que el control es bueno o malo? ¿Qué soltarías para aceptar la incertidumbre? ¿Qué es para ti el control?

 

Photo by Spencer Imbrock on Unsplash

2 Comments

  1. Izaskun
    26 octubre, 2018

    Pilar, qué casualidad. Hace un par de semanas que estoy negociando con mi necesidad de control. En mi caso se revela con los viajes en avión. Tengo fobia. Y después de un análisis exhaustivo, veo que es por la falta de control.
    Así que ahí voy, trabajando en ello. Muchas gracias por el artículo, y enhorabuena.

    Responder
    1. Pilar Navarro
      26 octubre, 2018

      Hola Izaskun. Me alegro: solo que hayas hecho el ejercicio de auto-observación para saber de dónde te viene, ya es un éxito. Te doy la enhorabuena. Hay meditaciones para trabajar el tema del control. Verás que en el blog no suelo compartirlas porque no me va lo de dar lecciones a los demás. Si necesitas algo me avisas. Gracias por pasarte por aquí. Bss

      Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll to top