Pero, ¿es TDHA o no?

Esta pregunta que aquí formulo me la llevo haciendo respecto a mi hijo desde hace años. Parece una moda y cada vez me encuentro con más gente que empieza a tratar a sus hijos “padecedores” del trastorno. No soy ni médico, ni psicóloga, ni nada relacionado con el tema, por lo tanto no voy a entrar en el debate de si existe o no. Solamente quiero contar mi experiencia y por tanto, este es un caso único que no tiene porqué repetirse y no pretendo dar más consejo que el de infórmate bien. Ni siquiera tomes como cierto todo lo que yo vaya a decir en este post. Esto es lo que yo he investigado y aplicado al caso de mi hijo. Un ejemplo más.

A pesar de los años que llevamos con el tema, mi duda sigue. Ya en la guardería nos decían que el niño era más activo que los demás, siempre castigado. En casa era más que desafiante, con pataletas fuera de lo normal y sin parar. Nunca paraba más que para dormir. Recuerdo incluso antes, mucho antes, de bebé, en la camilla del pediatra o en el cambiador, movía las piernas con tanto ímpetu, de arriba abajo sin parar, con una sonrisa de oreja a oreja, que ya nos hizo sospechar.

Más tarde, en el colegio, en su primer año, la profesora nos dio una llamada de atención sobre su forma de comportarse. No se portaba mal, sólo incordiaba un poco a los niños de al lado (cuando se aburría), gritaba sin venir a cuento, no pensaba (nunca) antes de actuar como por ejemplo subirse a un taburete y ponerse de puntillas. Energía extrema. Falta absoluta de auto-control. Si tenía falta de atención o no, era pronto para saberlo con 5 años, pero extra-activo sí estaba claro.

Una pedagoga hizo las pruebas pertinentes, pruebas subjetivas basadas en encuestas a familia y colegio. Y concluyó que era un TDHA sub-tipo hiperactivo. De ahí al neurólogo que simplemente leyendo ese informe le medicó. Un par de pruebas para desechar otras cosas y nada más.

Pero no estábamos convencidos. La medicación, tan pequeño, no nos parecía la solución porque convertía a mi hijo en un niño ausente, paradito, en fin… Fuimos a otros profesionales. Un pediatra dijo que estuviéramos tranquilos porque si la medicación no le excitaba es que la necesitaba.  Y así muchos consejos sin que nadie hiciera más pruebas.

Y mi hijo sí, se portaba genial en clase, buenas notas, etc etc. Pero a veces se sentaba en una silla y parecía un vegetal. Empezó con una depresión, con 8 años, que me preocupaba más que el exceso de actividad (uno de los efectos secundarios de la medicación), sin ganas de vivir. Y mis dudas crecían y crecían. Hasta me planteé quitarle la medicación por mi cuenta, pero ¿y si la necesitaba? ¿y si me equivocaba?.

Todo el tiempo leyendo y leyendo artículos, libros y posts, unos con los pros, otros con los contras de la medicación y /o de las terapias. Para mi desgracia solo encontraba opiniones muy radicales, o SÍ, o NO, nada intermedio, ni pruebas concluyentes ni nada de nada. Y ese el principal problema de este tema, que no hay pruebas diagnósticas precisas.

Encontré una profesional que sí contaba con nuevas pruebas y las hicimos. Que se planteaba los casos intermedios, es decir, que no siempre se debe medicar. Me explicó, por primera vez, la diferencia entre trastorno y síndrome.  Parece que mi hijo no tiene un trastorno, tan solo un síndrome. Y decidimos probar. Fuera medicación (duro por el “mono” al que se vio sometido su cerebro durante unas semanas), estimulación cerebral para recuperar el trabajo no realizado por culpa de la medicación durante estos años, relajación y enseñarle auto-control (gracias al MINDFULNESS a diario), paciencia (en familia y en colegio), mucho hablar y sobre todo, mucho AMOR.

Y ahora, tan solo tres meses después, puedo decir que veo a mi hijo FELIZ. Que sí, que a veces grita, salta, incordia a su hermano, corre por el pasillo, se enfada, no quiere hacer deberes…. se porta como un niño de 8 años, ni más ni menos. Y ahora sí vuelvo a ver a un niño. Por supuesto, sigo teniendo preocupaciones, sí, las mismas que cualquier madre. Sigue necesitando aprender, especialmente a auto-controlarse, a gestionar sus emociones y no dejarse llevar por ellas.

Poca gente sabe todo esto (que además es muy resumido) y me decido a escribirlo para advertiros de que os informéis muy muy bien. Puede que tu hijo necesite la medicación, y puede que no. Pero no te cierres a un solo profesional.

Investiga, pregunta y exige pruebas, que las hay.

Y practica, además del AMOR, la meditación Mindfulness. Enseñarle al niño, tenga o no TDHA, a controlarse, a gestionarse y a vivir con atención plena. Lo más bonito de los niños es que se preocupan por el ahora, por el presente, ¡fomentémoslo! Aprendamos de ellos igual que ellos aprenden de nosotros.

Gracias a todos los que nos han ayudado e iluminado sobre este tema, a los que nos han escuchado, a los que han tenido paciencia. Gracias a los profesores que se han involucrado, Gracias a la familia, Gracias a Cristina, Y gracias al Mindfulness.

La felicidad de un niño bien merece todo.

2 Comments

  1. […] hijo mayor era (es) muy inquieto e impulsivo. Nos dijeron que tenía TDHA en base a unas pruebas muy subjetivas. El informe de la pedagoga fue leído muy por encima por el […]

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    1. Pilar Navarro
      26 octubre, 2015

      Gracias

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