Prejuicio aquí, etiqueta allá. ¿Por qué vamos siempre con los prejuicios por delante?

Lo que nos perdemos por los prejuicios

Vas a una cena y te presentan a unas personas que son del Barça. Y tú eres del Madrid. Ya no te apetece ni hablar con ellos.

Te dicen que vayas a ver una super-película pero como sale un actor al que detestas, ni te lo planteas.

Te ponen delante un plato de Sushi y como no te va eso del pescado crudo, ni lo pruebas.

Te dicen que tu nuevo compañero de trabajo viene de tal centro educativo, o de tal ciudad, y ya lo juzgas y te diriges a esa persona con un montón de ideas preconcebidas que en realidad no se corresponden a esa persona en concreto.

Y es que estamos llenos de ideas pre-concebidas que, como una espesa niebla, no nos deja ver a la persona que hay detrás.

Recuerdo hace años trabajando en Alicante que conseguimos un proyecto con socios nórdicos (noruegos y suecos). No sé porqué razón aceptaron, el caso es que vinieron a una reunión con un montón de ideas sobre los españoles, según nos contaron después: que si daríamos por zanjada la reunión pronto para irnos a dormir la siesta, que si empezaríamos tarde porque la noche anterior estaríamos de juerga, que si somos una vagos…… ¡Vaya sorpresa se llevaron cuando se encontraron con un grupo de gente super-motivado, trabajador, eficiente…. ! Su sorpresa fue tan grande que nos lo tuvieron que contar. Si se hubieran dejado llevar por sus prejuicios se hubieran perdido un proyecto precioso y un viaje maravilloso, además de una amistad que duró varios años.

Los prejuicios nos llevan a etiquetar, a “juzgar” sin conocer, a dar una respuesta automática y reactiva a una persona o situación. Y son la causa de que nos perdamos muchas experiencias y personas increíbles.

Los prejuicios pueden influir mucho en nuestras decisiones, afectando a nuestros sentimientos y a nuestras acciones. Hay que ser consciente de cuáles son y entenderlos para no dejarnos llevar por ellos.

El prejuicio es como una pequeña brújula interna que nos dice: “ve por aquí, por allí no”.

Pero es una brújula que falla. Porque es una brújula que nos muestra el camino fácil, el conocido. El prejuicio generalmente es producto del miedo.

Decía Einstein que es más difícil perder el átomo que romper un prejuicio.

El prejuicio nos hace discriminar, catalogar, descartar, evitar a otras personas, o aceptarlas de manera incondicional, sin pensar en las razones que nos llevan a ello, si hay una razón objetiva (o subjetiva) para esa elección.

El prejuicio elige por nosotros

Pregúntate cuantas veces eliges a alguien:

  • por su forma de vestir
  • por su religión o falta de ella
  • por su trabajo
  • por su lugar de residencia
  • por sus pertenencias (coche…)
  • por su manera de vivir
  • por sus estudios
  • por……

En el grupo de meditación al que voy regularmente, se nos preguntó el otro día por qué nos caíamos tan bien unos a otros. Hay dos razones principales:

  • Que nos une un objetivo común: el meditar y profundizar en Mindfulness
  • Que no sabemos nada de ninguno. El primer día sólo se nos preguntó el nombre. Nadie sabe del trabajo, procedencia, religión, edad, familia, opción sexual, etc. de nadie. Con lo cual, no nos pudimos “etiquetar” nada más entrar (más que por la ropa que es inevitable). No hubo lugar para los prejuicios.

Actuar así en el resto de nuestros ámbitos, nos posibilitaría descubrir personas maravillosas detrás del personaje o careta que lleven en cada momento.

Es difícil. Muy difícil. La práctica de la atención plena nos ayuda a no juzgar, pues aprendemos a vivir el instante tal cual es. Ese precioso instante de vida.

¿Qué podemos hacer? Te propongo unas cuantas ideas:

  1. Mantener una mente abierta. Pensemos en la de veces que nos hemos equivocado al etiquetar a una persona antes de conocerla. Hace poco una amiga escribió en Facebook que prácticamente caía mal a todo el mundo cuando la conocían. Y mucha gente corroboró el dato. Incluso sus mejores amigos ahora dijeron que les cayó fatal en el primer momento. Probablemente ella tiene su personaje creado para “la primera vez” que conoce a alguien y, sea por miedo a mostrase tal cual es o por lo que sea, no nos enseña su verdadero ser, si no otro que cae mal. Y esto nos ocurre constantemente en la vida real.
  2. Darnos un tiempo (pueden ser segundos) para tomar distancia y parar los prejuicios que nos vienen a la mente en ese momento. Dejarlos ir y dar una oportunidad a esa persona o situación.
  3. No dar por hecho. ¡Cuántas discusiones se podrían haber evitado si no hubiéramos dado por hecho algunas cosas! Un gesto, una mueca, una palabra puede llevarnos a entender mal. Por eso es mejor siempre preguntar y comunicarnos.
  4. Intentar pensar siempre en positivo aceptando la situación que tenemos delante. Aprender a ver lo que realmente ES, sin filtros.
  5. No evitar la experiencia.
  6. No creer que eres más que nadie.
  7. Traer esas situaciones en las que tus prejuicios “ganan” a tu meditación. En la meditación puedes ver qué personaje has utilizado y qué personaje llevaba la otra persona. Entenderlo es el primer paso para aceptarlo.

Eso no quiere decir que todo el mundo tenga que caernos bien por que sí. Lógicamente con unos tendremos más afinidad que con otros. Pero que no sea por prejuicios. No nos perdamos gente fantástica por una opinión rápida sin dar la oportunidad a que se muestre tal cual es y a mostrarnos tal cual somos.

Y si tienes prejuicios para compartir, déjalos ir y comparte este post con quién pueda interesarle. Yo te lo agradezco mucho.

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