Cuando nos proponemos un cambio de vida, ya sea de hábitos o una re-invención en toda regla si estamos disgustados con nuestra forma de vida actual, la mente se llena de voces de pensamientos y emociones contradictorios. Los pros, los contras, los “y si…”, los “ojalá que…”, el miedo al fracaso, el deseo de que todo vaya bien y los argumentos de todo tipo van y vienen por nuestra mente llenándonos de rumiaciones que pueden volverse una auténtica pesadilla.
Hacer algo de una manera deliberada y directa no es fácil. La doctora Jan Chozen Bays compara nuestra mente con un autobús en el que todos los pasajeros intentan ocupar el asiento del conductor discutiendo acerca de dónde ir. Imposible avanzar, ¿verdad?
¿Qué podemos hacer para poner un poco de orden en nuestra mente y reconocer el camino más adecuado sin que las conversaciones mentales nos desvíen de nuestro propósito?
Una de las recomendaciones es iniciar una práctica de meditación regular. La meditación ayuda a calmar y serenar la mente. Podríamos decir que ayuda a crear un espacio alrededor de esas voces interiores que no podemos callar (te recuerdo que la tarea de la mente es crear pensamientos y conversar; es imposible poner en blanco la mente, nos debemos contentar con calmarla y regularla).
Si no quieres meditar, siempre puedes dejar un tiempo al día para la reflexión bolígrafo en mano y escribir.
Tanto meditando como escribiendo, el primer paso es escuchar esas conversaciones internas, una a una, y clasificarlas intentando descifrar qué nos quieren decir.
Es decir, llevar a cabo una escucha interior. Cuánto menos caso hagamos a esas conversaciones o voces, más ruido harán intentando “apoderarse” de nuestras respuestas y decisiones. Por ello, como si de un niño en plena rabieta se tratara, vamos a darle nuestra atención y presencia para entender qué es lo que realmente nos quieren transmitir y qué podemos hacer para darles respuesta desde la calma.
La mente es tan poderosa que una conversación interna puede hacernos cambiar la decisión que habíamos tomado, con argumentos de lo más convincente, y no darnos la oportunidad de probar, de lanzarnos, de experimentar, de decir lo que sentimos a otra persona, de intentar proyectos, etc. Y luego vienen los lamentos y decepciones.
Antes de emprender algo (sea una nueva vida, sea un nuevo hábito, trabajo… lo que sea), dedica tiempo a la escucha interna y analiza qué tipo de “voces” internas tienes. Identificando cómo te hablas, te será más fácil dar respuesta a las decisiones que vayas tomando cada momento.
Observa estas 3 maneras de hablarte:
1.- El perfeccionista interior
Es el que busca incansable modelos de perfección a los que cree que deberías aspirar. Y así te lo dice constantemente. Si quieres ser futbolista, tu “perfeccionista interior” no te permitirá ser menos que Ronaldo. Busca en cada revista que ojeas, post que lees, programa que ves, la figura perfecta para echarte en cara que tú no eres así y te la muestra como si llegar hasta ahí hubiera sido un regalo, sin hacerte ver el trabajo que hay detrás.
Esa voz no valora lo que has hecho. Sólo se fija en la perfección. Si no es perfecto, no sirve. ¿Aspiras a ser perfecta?.
2.- El incitador interior
Da un paso más porque es el que te empuja a llegar al modelo de perfección, pero ¿cómo? a base de decirte las mil cosas que tienes que hacer desde que te levantas hasta que te acuestas. Es el rey de las listas y del “tienes que”. Por ejemplo, si vas a crear una empresa de cuidado de niños, tu “incitador interior” no te dejará lanzar tu proyecto hasta que hayas estudiado pedagogía, educación infantil, primeros auxilios, crianza positiva, inteligencia emocional, mindfulness en familia, mindfulness en la educación, ese módulo que viste de la relación entre los niños y los animales y un largo etcétera de cursos porque nunca nunca nunca estás lo suficientemente preparada para empezar. Siempre hay algo más que hacer y aprender y esta voz es la encargada de recordártelo constantemente.
3.- El crítico interior
¿Quién te dice las verdades verdaderas a la cara? ¿Tú?. ¿Seguro?. Puede que creas que por ser quien mejor te conoce, tus juicios son los correctos. Pero no es así cuando el que habla es el crítico interior. Lo critica todo y nunca está satisfecho. No importa lo que hagas a cada momento, te va a criticar. Y eso te hace sentir fatal porque nunca sabes si estás actuando correctamente o no.
Lo curiosos es que aparece justo unos segundos antes de que hagas algo, o unos segundos después. Antes para frenarte (estás gorda, ¿te vas a comer eso?, no aprendes, te vas a arrepentir), después para machacarte (qué poca fuerza de voluntad tienes, eres un desastre). Y desaparece en el momento presente, es decir, que cuando en nuestra consciencia no hay ni pasado ni futuro y estamos completamente atentos al momento presente, el “crítico interior” se calla porque tu ser está en la experiencia del momento, ni en lo que puede pasar si…, ni en lo que has provocado por…. Ese es el poder que nos regala la práctica de mindfulness porque al ayudarnos a experimentar lo que está pasando aquí y ahora, la voz critica se ablanda.
¿Reconoces alguna de estas voces?
O ¿todas? Lo normal es que todas convivan y tomen el poder una u otra dependiendo del momento. Lo más común es que cuando tienes una idea, por ejemplo la de emprender un nuevo proyecto, se produzca esta secuencia:
1º el perfeccionista te presente proyectos similares que han sido todo un éxito y te apremia para que te parezcas a ellos lo más posible sin tomar en consideración otros aspectos, recordándote que eso es lo perfecto a lo que debes aspirar.
2º el incitador te ofrece un abanico de posibilidades y una lista de tareas infinitas para alcanzar el objetivo fijado por el perfeccionista.
3º el crítico te sermonea constantemente, sobretodo cuando cometes errores o fracasas en tus intentos. Y si no fracasas, te dirá que no eres lo suficientemente bueno.
El trabajo que tenemos que hacer no es el de callar estas voces, ni eliminar de cuajo sus conversaciones. Que nuestra mente nos hable así tiene un fin y es el de protegernos, ayudarnos y prevenirnos. Por eso, volviendo al principio del post, lo importante es saber escucharnos. Darnos un tiempo, de meditación o escritura (o ambos) para escuchar nuestras conversaciones internas:
Primer paso:
sentarnos a meditar o reflexionar para escucharnos. Deja que los pensamientos pasen, que la conversación se desarrolle sin intervenir. Escucha en silencio.
Segundo paso:
Anota las ideas principales.
Tercer paso:
Identifica y clasifica qué tipo de voz interior es la que te está hablando. Y si son varias, distingue qué dice cada una.
Cuarto paso:
Observa su mensaje. Quizá te des cuenta de que detrás de esa conversación interna se esconde el miedo. Ya tienes un dato valiosísimo para trabajar.
Puede que descubras inconformismo o impotencia. Incluso quizá descubras que te estás lanzando a un proyecto porque lo quiere otra persona y no tú, que te gustaría más quedarte donde estás.
“Un aspecto esencial de «mindfulness» es calar a todas esas voces, no dejarse atrapar ni engañar por ellas”.
Si esas voces las manda el miedo, el mensaje que nos llega está distorsionado y no nos dice la verdad. Cuando practicas mindfulness te das cuenta de que la mente está en constante parloteo. Lo importante no es que éste cese, si no el darnos cuenta de que no todo lo que nos decimos es verdad.
Además de escuchar tus voces internas, escucha cómo te hablas y cómo hablas a los demás. Muchas veces, nuestra manera de hablar, lo que decimos, está pasando por el tamiz de nuestra voces internas: el tono, las palabras con las que nos describimos, las respuestas reactivas a otros… todo está condicionado por nuestros pensamientos y creencias (manifestadas por las voces internas).
Este tipo de ejercicios son sencillos y nos enseñan mucho de nosotros mismos. Si vas a emprender, si vas a empezar con un programa de desarrollo de marca personal, si vas a iniciar una aventura, si te quieres poner a dieta, si se presenta un cambio de vida de cualquier tipo, dedica un tiempo cada día a hacer silencio en ti, escuchar tus voces interiores, escribir lo que te dicen para observar qué hay detrás, cuál es el verdadero mensaje. Y ahora ya, con esa información sobre ti mismo, puedes dar el siguiente paso.
¡¡Adelante!!
Haz caso a esa vocecita tuya que te está diciendo: ¡comparte, comparte! Ahí tienes los botones. ¡Gracias!
Créditos:
Foto: Jason Rosewell vía Unplash
Idea del post tras la lectura del libro Comer atentos de Jan Chozen Bays (he aplicado sus enseñanzas y directrices para comer consciente, a situaciones de emprendimiento y desarrollo personal)
23 mayo, 2017
Gracias Pilar! Un post muy esclarecedor, he ido reconociendo cada una de las voces, en mi caso sobre todo dos de ella. Qué importante es escucharnos y reconocernos en esa escucha, ser sinceros con nosotros. Gracias de nuevo por escribir tan claro y siempre abriendo ventanas…..
23 mayo, 2017
Gracias a tí. Es muy reconfortante saber que estas palabras llegan. Vamos juntas en el camino. Mil gracias.