qué personaje eres

¿Qué personaje eres?

Hoy tengo visita en el blog. La escritora Isabel Veiga López ha venido a hablaros de escritura terapéutica y personajes. Aunque siempre seas la misma persona, en cada momento actúas de forma diferente según la circunstancia. Cuando estás con tus padres no te comportas igual que dando una conferencia o que con un hijo o un desconocido. De la misma forma, como os cuenta Isabel, podemos ser diferentes personas a la hora de descargar nuestras preocupaciones, rabias, tristezas o alegrías. Puedes indagar adoptando el papel de un personaje antes de ponerte a escribir.

Adopta tu personaje de lectora consciente para conocer lo que Isabel Veiga López ha venido a explicarte. Verás que es muy interesante e útil para seguir trabajando en tu vida consciente. Te dejo con Isabel Veiga López:

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Personajes terapéuticos

  • La contestación perfecta para dar un buen zasca se te ocurre horas después, cuando ya estás en casa. 
  • Un amigo te ha decepcionado y no has tenido oportunidad de tener una conversación para decir lo que piensas.
  • La gente ha visto una parte de la historia ―la que ha querido ver― y nadie te ha dado la oportunidad de contar tu punto de vista, quedando tú como una mala persona.

Qué rabia dan esas situaciones, ¿verdad? Rabia, impotencia, frustración. Nos quedamos con un «debería haber dicho / debería haber hecho» que nos consume primero a gritos y luego a escondidas. Cuando ya ha pasado el tiempo y hemos dejado de pensar en ello (creemos que hemos dejado de pensar en ello), alguien saca el tema y nos damos cuenta de que esa espina sigue ahí clavada, doliendo en silencio, esperando ser arrancada. Recordamos los detalles, lo que nos dijeron, lo que no dijimos, lo que nos hicieron sentir. Son asuntos que no han terminado y que el cerebro va a mantener ahí porque no le gustan las tareas inacabadas.

Hablar solos fingiendo esa conversación puede funcionar para vaciarnos de frases que tenían que haber sido dichas, pero para nada más. ¿Por qué? Porque las palabras salen con rapidez, pero lo que realmente queremos es vaciarnos de esa rabia, esa impotencia, esa frustración. Los sentimientos no van a la misma velocidad que las palabras, son más lentos, necesitan tiempo para salir del todo sin dejar restos incómodos. 

¿Qué podemos hacer? 

La escritura terapéutica es perfecta para descargar la toxicidad acumulada y hay diferentes maneras de usarla. Una de ellas es a través de los personajes con sus diálogos y monólogos. No se trata sólo de escribir, de plasmar una narración contando lo que sucedió, sino de usar la parte de la escritura que mejor nos conviene en cada situación; en este caso, las conversaciones ―internas o externas― de los personajes. Para ello, debemos saber qué personaje encaja mejor en nuestra historia.

No hace falta que escribas una novela. Relatos cortos, novelettes, no importa la extensión, sino que te des el capricho de contarle al mundo lo que sucedió o que te desahogues creando un mundo en el que se resuelve todo como tú necesitas que se resuelva, ya sea por las buenas o matando a toda la humanidad.

Un par de sugerencias

Escribe a mano. Cuando escribimos a mano, estamos dando tiempo a nuestro cerebro para que procese lo que quiere decir y cómo quiere decirlo. La escritura a mano, al ser más lenta, nos permite pensar mientras escribimos. Puede que nuestra primera intención fuese escribir «estoy enfadada», pero, mientras escribimos la primera palabra, nos damos cuenta de que «enfadada» no es un reflejo fiel de nuestro sentimiento, lo que nos lleva al siguiente punto.

Sinónimos. Si vas a hablar de sentimientos, busca la palabra adecuada. No vale cualquier adjetivo; tiene que ser el que mejor exprese lo que quieres decir. Al buscar sinónimos, no sólo le estás dedicando tiempo ―al igual que con la escritura a mano― sino que vas a encontrar el sentimiento exacto. Facebook tiene un buen listado de sentimientos, aprovéchalo.

¿Qué personaje debo usar?

El personaje que elijas jugará un papel u otro dependiendo de lo que quieres decir. Los personajes son acción, tienen personalidad, emociones, un propósito, interactúan con otros personajes. Todo eso es un pack que nos da una visión más amplia y, a la vez, más detallada de la situación en general. Conociendo el conjunto, entenderemos mejor las reacciones del personaje.  

 El malo de la peli

Si lo que te apetece es soltar tu discurso mientras la sangre de tu enemigo salpica tus zapatos, sé el villano, el malo maloso, el asesino. No tienes que ser un personaje secundario; conviértete en el protagonista. 

Cuenta bien tu historia para que el público te aplauda porque ha empatizado contigo. Crea a un personaje que no es malo per se, sino porque las circunstancias lo llevaron a ello.

La pobre víctima

La autocompasión no es una buena aliada en el proceso de terapia, pero si crees que ese tipo de personaje es el que mejor va a expresar lo que sientes, adelante con él. Al fin y al cabo, es sólo un personaje, ¿no? Además, te da la oportunidad de hablar sin rodeos mostrando ―no sólo diciendo― sus sentimientos.

Un poco bruja

«Si yo tuviese algún poder, ese compañero de trabajo misógino y troglodita no volvería a meterse conmigo». ¿Lo has pensado? Ésta es tu oportunidad de vengarte sin moverte del sofá, como en aquella famosa y muy antigua serie «Embrujada», en la que ella sólo tenía que mover la nariz y le daba su merecido a unos cuantos. Transfórmalo en rana, haz que su proyecto desaparezca, mueve su silla cuando se va a sentar, que no pueda entrar en el baño y se lo haga encima delante de todo el mundo.

La amiga que no se calla

Es esa persona que siempre sabe qué decir y cómo decirlo y que, además, no se lo calla. Conviértete en ella ―o en él― en tu relato. La misma historia, protagonizada por alguien que ha nacido para plantar cara ante esa situación en concreto, va a tener un final diferente.

No-ficción

No tienes que inventar un personaje si no quieres. Sé tú, sin careta. No es obligatorio disfrazar la situación creando una historia a su alrededor para llegar a la parte del diálogo y decir lo que necesitas. Ve al grano.

Jugar con personajes es otra forma de dialogar con los nuestros

No olvides el diálogo

El propósito de este punto de vista de la escritura terapéutica es decirle a alguien lo que no tuvimos oportunidad de decir. Tus personajes hablan sin rodeos; tú hablas a través de ellos. Pásales la rabia, la impotencia, la frustración y que ellos resuelvan la situación.

¿Con quién tienes una conversación pendiente?

¿En qué personaje te gustaría transformarte para hablar sin que te interrumpan?

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Te invito a que nos cuentes tu reflexión en comentarios. ¿Has utilizado los personajes en tu escritura? ¿Te ayudan a sacar lo que te oprime o agobia?

Quiero agradecer a Isabel su visita al blog y su colaboración para que conozcáis más de cerca los beneficios de la escritura terapéutica, esta vez con el uso de los personajes, poniéndote en su lugar o haciéndolos dialogar.

Isabel Veiga López es una escritora española afincada en el Reino Unido que comparte sus relatos en el blog https://isabelveigalopez.com, además de artículos sobre escritura de gran interés, al menos para mí.

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Isabel escribe literatura contemporánea con guiños a un pasado histórico cercano, con preferencia por el formato corto como las novelaste y los relatos; en sus historias le gusta explorar la evolución emocional de los personajes. Además, trabaja como Learning Support Assistant (LSA), con niños con diferentes necesidades especiales, lo que le permite ver el mundo desde otras perspectivas. El mindfulness es parte importante en su trabajo para ayudar a los niños.

Te animo a que la sigas en su blog o en sus redes.

Fotos de Andrew Seaman y Markus Spiske vía Unsplash Unsplash

2 Comments

  1. Javier
    8 julio, 2020

    Vengo del blog de Isabel, y me ha gustado encontrar este blog. Muy interesante lo que cuentas y muy de acuerdo.

    Responder
    1. Pilar Navarro
      9 julio, 2020

      Muchas gracias por tu visita y tus palabras. Un saludo

      Responder

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