Vacaciones mindfulness

Siete sencillas maneras de estar más presente en vacaciones

Siete sencillas maneras de estar más presente en vacaciones

A punto de empezar las vacaciones, me encuentro con algunas personas a las que lo que más les preocupa es lo poco que duran y que se les pase el tiempo volando. ¿Te ocurre a ti?. Si estás en esta situación y siempre que vuelves de vacaciones sientes que no te ha dado tiempo ni a enterarte, necesitas estos consejos sobre cómo estar más presente y así poder disfrutar más y mejor de tu tiempo. Pero no sólo en vacaciones, si no siempre, cada día de tu vida.

Antes que nada, plantea tus vacaciones como algo agradable. Piensa en lo bueno, ya sea de estar al aire libre, disfrutar de tu familia, escribir ese libro que nunca empiezas, pasar tiempo con amigos o hacer el deporte que no puedes en invierno. Procura no adelantar en tu mente situaciones negativas que puedan llevarte a no disfrutar, ni crear demasiadas expectativas positivas que puedan llevarte a la decepción. Simplemente, deja que las cosas ocurran. Planifica o improvisa, según sea tu estilo de vacaciones. Y una vez planificadas, deja que las cosas pasen.

Puedes empezar ya a seguir estos siete consejos para estar más presente de manera sencilla, y vivir con plenitud cada momento de las vacaciones. Si empiezas antes de irte, crearás el hábito y podrás disfrutar más plenamente de tus días desde el primer momento.

Por la ley de la causalidad, todo lo que siembres ahora te dará sus frutos en el momento adecuado.

7 maneras de estar más presente

1.- Empieza el día con gratitud

El primer gesto de la mañana (aunque en vacaciones te levantes a mediodía) que sea dar las gracias. Puedes pensar en 3 o 4 cosas por las que realmente estés agradecido: estar de vacaciones, que haya salido el sol, tus hijos, una buena noticia en la prensa, haber superado una enfermedad, tener sitio en primera línea de playa, dormir bajo las estrellas, un vuelo sin contratiempos, y mil cosas más que seguro tendrás que agradecer.

Elige tres o cuatro cada mañana y empieza el día con pensamientos positivos que te saquen una sonrisa agradecida. No quiere decir que niegues lo malo que te haya podido ocurrir. Se trata de que no te enfoques sólo en lo negativo y observes la cantidad de cosas buenas que tienes alrededor a pesar de las malas o fastidiosas. Recuerda que todas las monedas tienen dos caras.

2.- Realiza al menos una actividad cotidiana con atención

Elige algo que realices todos los días, como tomar el desayuno, lavarte los dientes, barrer las hojas del porche, un paseo al anochecer o al amanecer, lavar el coche, pasear al perro, bañar al bebé, cortar el césped, el bocadillo de tu hijo, nadar, tomar un helado, escribir o leer…..

Enfócate sólo en esa tarea y hazla siendo consciente de cada movimiento. Hazlo lento para darte cuenta de lo que haces. Lento no quiere decir con parsimonia o ralentizado. La lentitud suficiente para hacerlo con consciencia, con atención plena, paso a paso, saboreando cada segundo, con el pensamiento y todos los sentidos enfocados en esa actividad. Observa cómo ocurren las cosas y siente el momento.

3.- Observa con ojos de principiante

De vez en cuando, para y observa. Quizá estés de viaje viendo paisajes nuevos, quizá veranees en el mismo sitio de siempre. Da igual. Observa y haz fotos mentales de lo que veas en ese preciso momento: una nube, un árbol, una nueva flor, los piececitos de tu hijo chapoteando, el nuevo coche de un amigo, el color de la cerveza del aperitivo, el libro que acabas de terminar, la fruta colorida de verano, el ala del avión sobre el cielo, una piedra en el lecho del río….

También puedes hacer la foto real (sin que salgas tú) para captar el instante y rememorarlo. Cada momento es una nueva oportunidad. Si te fijas y observas con ojos nuevos disfrutarás más de cada momento de tus vacaciones.

4.- Sonríe, ríe y sé amable

No te cortes cuando quieras reír alto. La energía que se crea es muy positiva. La felicidad se contagia. ¿Has probado a sonreír en una tienda o en algún sitio donde haya bastante gente? Dirigirnos a los demás sonriendo y con amabilidad crea un ambiente sin tensiones, más relajado. Una actitud sonriente y amable te hace ser más consciente del momento. Estás más presente de esta manera que si te dejas llevar por la ira o el sufrimiento. Estas dos actitudes negativas nos enredan en pensamientos que nos alejan del presente. Y si lo que buscas es disfrutar de tus vacaciones, la sonrisa, la risa y la amabilidad son imprescindibles.

5.- Para y respira

Es el mismo consejo que cuando hablábamos de tener una actitud mindful en el trabajo. Sí. Porque es el gesto más mindfulness de todos. Acuérdate de ponerte la alarma en el móvil, por ejemplo, a distintas horas (te recuerdo que hay aplicaciones para ello) y aprovecha esos momentos para hacer mini-meditaciones de un minuto o de 3 minutos.

Si no estás familiarizado con este tipo de mini-meditaciones, simplemente toma conciencia de tu cuerpo, del espacio que ocupas y respira, poniendo el foco de tu atención en la salida y entrada del aire. Nada más.

Este simple ejercicio te hace tomar conciencia del momento y sentir tu presencia en el mundo. Poco a poco te resultará más fácil hacerlo. Sólo tienes que darte cuenta de qué estás pensando, de dónde tienes tu mente. Un sencillo gesto que te ayudará a volver al momento presente.

6.- Siente a los tuyos

Hablando de los hijos os he comentado más de una vez la necesidad de estar presentes. Amplíalo a toda tu familia. Si vas a estar estos días con familiares a los que hace tiempo no ves, con la abuela o el abuelo que ya no están muy activos y sólo quieren compañía, con tus hijos, padres, hermanos…. regálales tu presencia absoluta. Es fácil, no temas. Basta con escuchar activamente (y con paciencia), sentarse a su lado y quizá dar una mano sin hablar, acompañar en un paseo lento, en un desayuno sin prisas… simplemente estar, sin intervenir, sin juzgar, sin proponer…

Escucha, siente, acaricia, quiere.

7.- Túmbate

Jon Kabat-Zinn, en su libro Mindfulness en la vida cotidiana, aconseja tumbarse en el suelo al menos una vez al día: “Cuando nos tumbamos en el suelo, se produce una sensación particular de que el tiempo se detiene” y sigue, “el mero hecho de estar en una posición baja en una habitación suele aclarar la mente”.

Aprovecha estos días para tumbarte en el suelo (en la arena, en el porche, junto al río, en el césped, en la cubierta de un barco, en la habitación, en el parque…). No intentes conseguir nada, no juzgues cómo está tu cuerpo. Simplemente, reside en la quietud y sé consciente de las sensaciones que te llegan (buenas o malas). Sin forzar nada, permanece en contacto con el suelo.

Puedes convertir este gesto en meditación si ahora entras en contacto con tu respiración; con los ojos cerrados o semi-cerrados, siente la entrada y salida del aire por la nariz, y su paso por el pecho y el abdomen; siéntela por cada poro de tu piel. Abre ahora tu foco de atención y recorre mentalmente tu cuerpo sintiendo las partes en contacto con el suelo, lentamente, empezando por los pies y terminando en la cabeza.

Sigue respirando conscientemente e introduce las sensaciones que experimentas con el ambiente y el entorno: los ruidos que escuchas (sin pensar en qué son, simplemente date cuenta de que estás escuchando), el frío o calor, el roce del viento, de la ropa. Sé consciente del espacio que ocupas.

Vuelve a centrarte en la respiración y en el contacto de tu cuerpo con el suelo, dejando pasar los pensamientos que la mente vaya creando durante el ejercicio.

Con estas pequeñas píldoras de consciencia que puedes empezar a practicar ahora mismo, tus vacaciones durarán lo que duren, no podrás alargar los días, pero tú las vivirás con mayor plenitud.

¿Te apuntas? ¿Crees que el verano es buen momento para empezar? Cuéntame tus momentos mindful preferidos para vacaciones.

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