El síndrome del impostor: 7 formas de superarlo

Siempre he sufrido lo que ahora llaman «el síndrome del impostor». Lo confieso. En antiguos trabajos, en la Universidad y situaciones de diversa índole he sentido que interpretaba un papel y que no tenía autoridad suficiente para hacer/decir/producir lo que fuera en ese momento. Aunque me felicitaran por ello, sentía dentro de mí que era una tramposa y algún día «me pillarían», cosa que nunca ha ocurrido –no hago trampas ni en el parchís–.

Incluso ahora escribo y me pregunto: «y ¿tú quién te crees que eres para publicar en este blog?». No me contestes. En absoluto pretendo que me envíes palabras de estímulo y motivación. Solo quiero reflejar algo que nos ocurre —mal de muchos consuelo de tontos— a gran cantidad de personas. En estos días lo estoy sintiendo más que nunca: acabo de publicar un libro sobre entrenamiento mental y no soy ni neuróloga, ni psicóloga, ni nada que tenga que ver con profesiones que trabajan con la mente; ni siquiera me puedo considerar escritora. Y ese sentimiento hace que me enfrente a la venta del libro con la boca pequeña, sin hacer ruido, como si tuviera miedo de que alguien descubriera la estafa.

NOTA: Te aseguro que puedes leer el libro con tranquilidad pues he manejado muchísima bibliografía y he volcado toda mi experiencia en la práctica, además de que me he formado en cursos de especialización universitaria sobre el tema. El síndrome del impostor es un sentimiento que puede tener hasta el más erudito en una materia y, sin embargo, ni lo conoce un vendebiblias que habla sin autoridad por las redes sociales. No vayas ahora a no confiar en mí. De hecho, ya hay psicólogos recomendándolo 🙂 

Traigo este tema al blog para poder darte algunos consejos si alguna vez has sentido esa vocecita molesta que descalifica tu trabajo y tu valía para desarrollarlo, que te llena la cabeza de dudas y temores. ¿La has escuchado alguna vez? Es cierto que todo está inventado y también lo es que solo tú puede darle tu toque personal —sin copiar ¡eh!, que el plagio es otra cosa y está muy muy mal; eso sí que te desacredita con síndrome del impostor o sin él—.

Estos días, además de hablar con una buena amiga que me tendió la mano para no caer, he buscado qué herramientas se aconsejan para aliviar ese síndrome que nos dificulta creer en nosotros mismos y reconocer nuestra valía. Y las he practicado para poder contártelas:

1.Busca apoyo en la gente que te quiere

Esto es básico. Pero ¡cuidado!: No me refiero a personas que te van a decir que has hecho algo maravilloso cuando es una birria. Busca gente que te quiera, que conozca tu trabajo y dedicación, que te digan tanto lo bueno como lo malo, sin pelos en la lengua, y cuya opinión respetes. Eso es lo que hice al hablar con mi amiga.

2.Pasa tiempo con tus seres queridos

Eso de seres queridos me suena a antiguo. Se diferencia del punto 1 en el objetivo. Si antes te proponía buscar apoyo de alguien hablando de tu preocupación, ahora se trata de pasar un rato sin hablar del tema, recogiendo la energía de los que te quieren por ser tú, que ni esperan nada ni te exigen nada. El puro placer de estar en compañía y darte cuenta de que tu valor se manifiesta en muchas áreas y no solo en la que es objeto de preocupación. No hace falta que sea tu familia más cercana. Busca las llamadas personas vitamina:esas que te motivan y animan solo por el hecho de estar con ellas.

3.Observa los pensamientos negativos

Ya escribí un post entero sobre los pensamientos negativos. Observa de dónde viene y si reflejan la realidad. Tira del hilo para descubrir el por qué de esos pensamientos, qué miedo real hay en el fondo de ellos: ¿miedo a fracasar?

Revisa también las veces que has tenido éxito anteriormente y recuerda ese sentimiento de que lo estabas haciendo bien. Reconoce tu valía en cada una de esas veces. Recrea esa sensación pensando en tu situación actual. ¿De verdad piensas que no eres suficiente?

4.Practica la asertividad

Hay un ejercicio en el taller de escritura emocional que consiste en escribir frases afirmativas sobre ti. Adáptalo a la situación que te preocupa y cada vez que tu mente te diga que eres un impostor, que no tienes talento, que no tienes autoridad, etc., convierte la frase en una afirmación positiva reconociendo tu valía. 

El por qué de lo que haces es clave para la felicidad y la serenidad mental y comienza con las historias que te cuentas a ti mismo.

5.Recuerda tu intención

En la práctica de mindfulness insistimos en recordar la intención de lo que hacemos, para no perder la motivación en momentos de cansancio, por ejemplo, o cuando sientes que la práctica no te lleva a nada. Es algo que recomiendo extrapolar a todo lo que hacemos. Recuerda que estar motivado no es más que tener motivos, por ello, en momentos de desánimo recuérdate los motivos que te llevaron a iniciar ese proyecto o tarea. Es decir, ten en mente tu propósito y recuérdalo. Si eres suscriptor de la Mindful-letter, rescata el e-mail de hace unos días en el que te contaba como hacer el panel de propósitos. ¡Ponlo en práctica!

Así lo explica la entrenadora de rendimiento mental Lauren S. Tashman:

“Cuando necesito vencer el síndrome del impostor o estoy trabajando con un cliente que lo hace, encuentro útiles tres estrategias: la primera es buscar evidencia de que estoy lista, preparada, capaz, etc. La segunda es recordar quién soy, centrándome en mis valores fundamentales y mi progreso en alineación con ellos. El tercero es recordarme mi propósito “.

(Fuente: ThriveGlobal)

Cuando trabajas con un propósito, las tareas cotidianas resultan menos estresantes y el sentimiento de felicidad es mayor, lo que aleja el síndrome del impostor. Como decía más arriba, nuestra confianza en el trabajo realizado depende mucho de las historias que nos contamos. Todo está en la mente; revisa con qué pensamientos la estás alimentando. Quizá sea el momento de cambiarle la dieta. 

6.Cuéntate tu historia

Si todo esto no es suficiente, empieza por el principio. Haz una especie de mapa o relato de todo lo que te ha llevado hasta este momento; da valor a cada hito del camino. Dice Webber que “tu carrera es una búsqueda del tesoro. Aceptar ese hecho puede transformar lo que eliges hacer con tu vida, pero también puede transformar lo que sientes sobre lo que ya haces”. 

¿De verdad sigues creyendo que no eres lo suficientemente válido?

7. Practica la resiliencia

Resiliencia es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas; los psicólogos suelen añadir que, además, gracias a ella no solo somos capaces de afrontar esas situaciones, sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.

Escuchaba esta mañana el podcast de Ana González Duque sobre la resiliencia, cuando ya tenia escrito este artículo, y me he sentido feliz por ver las coincidencias. Deduzco que lo que aquí te cuento es algo que preocupa y espero que te ayude como me está ayudando a mí. Te dejo el podcast para que lo escuches (no lo dejes porque le hable a los escritores; sirve para todos. Que los escritores son personas tan normales como tú y como yo). Verás como el síndrome del impostor tiene mucho que ver con la resiliencia. 

La única cura que conozco para este síndrome es la confianza en uno mismo. Si has sido honesto y has trabajado en línea con tus valores, no hagas caso a esa vocecilla incordiona que solo busca desestabilizarte. Hay que tenerla en cuenta porque ayuda a que revisemos y mejoremos. Demuéstrale a esa parte de ti que aún no se lo cree, que eres muy capaz y de que vales, ¡claro que vales!

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