O, preguntado de otra manera, ¿no consigues no-distraerte?
Empezamos por una buena noticia:
la capacidad de atención es innata.
La atención es una habilidad o capacidad con la que todos nacemos y que tenemos a lo largo de la vida. Nos viene de serie. El problema viene del uso que das a esa capacidad.
El déficit de atención en realidad no es falta de atención, porque la tienes, si no más bien quiere decir que no la pones donde se supone (o se espera) que deberías ponerla. Por ejemplo, un niño que en clase le riñen por no estar atento no puede ser etiquetado de tonto o despistado o distraído así a las bravas. Lo que ocurre es que no está atento a lo que dice el profesor. Su atención está en otro sitio: quizá esté diseccionando con la imaginación la mosca que pasea por el cristal de la ventana, o creando un mundo paralelo en el que la paloma que acaba de pasar ante sus ojos se convierte en un dragón volador de cuatro colas.
Atención y distracción
Daniel Goleman dice que la tecnología ha elevado la cantidad de distracciones que experimentamos cada día a niveles nunca antes vistos en la historia de la humanidad. Por si había pocos distractores en el mundo natural, ahora nos los fabricamos nosotros mismos y, además, los llevamos al alcance de la mano. La ventana por la que se va la atención del niño en la clase, nosotros la tenemos como extensión de nuestro brazo: tú tienes un teléfono inteligente, yo tengo un teléfono, todo el mundo que conocemos tiene uno. Y ese teléfono está lleno de distracciones que van contigo a todas partes. Estos dispositivos, en numerosos casos, eliminan las barreras entre lo que es la vida personal y laboral. Antes, al menos, una podía desconectarse al llegar a casa. Ahora es imposible. Hoy la única barrera que podemos poner es la interna. Es decir, que seamos conscientes y capaces de elegir a qué le prestamos atención. Y si fortalecemos esa capacidad, entonces dejaremos de reaccionar impulsivamente a cada pequeño ring, bip, clic o cualquier alerta de nuestros dispositivos que esté demandando atención.
Empecemos por el principio ¿qué es una persona atenta?
Una persona atenta, en palabras de Luis López, es la que se da cuenta, ni más ni menos.
—¿Cuenta de qué?
—Pues de todo lo que le pasa y de su entorno.
—Entonces, si está en todo ¿estará distraída, no?
—Pues no.
Distraerse con todo lo que pasa alrededor es lo contrario de estar atento. La capacidad de atención, que como digo es innata, puede ser como una mosca que va y viene por la habitación y en cuanto se posa en algo, enseguida sale volando otra vez hacia otro lugar. O puede ser utilizarla en el propio beneficio posándola en aquello que se quiere.
Entrenamos la atención para que ésta sea sostenida, voluntaria, buscada y gestionada por nosotros mismos. Y que no sea dirigida por lo que ocurre alrededor. Todos los humanos somos seres atentos, a pesar de que se hable de déficit de atención (NOTA: me refiero utilizar déficit de atención en cualquier contexto y a cualquier persona que se distrae, no casos clínicos debidamente tratados).
No es atención lo que nos falta. Al niño que se distrae hasta con una mosca, no le falta atención, pues ahora la está dirigiendo a esa mosca. Lo que necesita es entrenar esa atención para que no ceda a la distracción y sepa ponerla en lo que necesita en cada momento (aunque prefiera la mosca que el profesor).
La atención es la base de todo en la vida. Hasta del amor. Porque el que ama está presente y atento al ser amado. Y a sí mismo. Porque para amar hay que amarse. Es imposible amar sin prestar atención. Y eso es algo en lo que coinciden todas las culturas y religiones.
Cada día estamos expuestos a anuncios no solo de televisión y de radio, también por la calle con carteles luminosos y en nuestras redes sociales mientras miramos otras cosas, cuando navegamos por Internet, etc. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, los estímulos para captar nuestra atención son innumerables. Además de la necesidad que nos hemos creado a nosotros mismos de estar incesantemente consultando nuestros teléfonos inteligentes.
Para evitar las distracciones y mejorar la atención de forma voluntaria, el primer paso es sencillo. No tienes más que, cuando te pongas a trabajar o estudiar, desconectar las notificaciones del móvil, mail, redes sociales, etc. Y ¿ya está? ¿con eso ya voy a mejorar mi atención? Sería demasiado fácil, ¿no? Prueba si quieres ahora. Desconecta todo y ponte con una actividad (leer, estudiar, escribir…). ¿Te distraes? Es muy probable que sí.
No es suficiente eliminar los distractores externos. Para mejorar la atención tenemos que hacer algo más desde nuestro interior. Debemos educarla. Como a un niño: no por darle una cuchara aprende a comer; le das la cuchara y le enseñas a usarla.
Educar la atención
Normalmente se habla de entrenar la atención como un músculo más del cuerpo. Yo utilizo indistintamente entrenar o educar. Ambos términos en el sentido de aprender a gestionar la atención, a focalizarla y sostenerla a voluntad, para evitar ahogarnos en un océano de información y estímulos que pueden derivar en ansiedad. Porque no se trata de hacer más cosas en menos tiempo, si no de enfocarnos en una tarea cada vez de manera atenta. Olvida la multitarea. La eficacia de la multitarea es un engaño. La multitarea no te hace eficiente porque es imposible poner la atención en dos acciones al mismo tiempo. La multitarea supone que tu atención va de una cosa a otra, a veces tan rápido que parece que la tienes repartida. Es imposible.
Hay estudios que dicen que cada ocho minutos tenemos una interrupción, querida o no. Evidentemente es una media, puede que no sea tu caso. Pero sí que es cierto que cada poco tiempo nos vemos interrumpidos por algo externo (teléfono, mail) o interno (un pensamiento). Según la Fundación Movistar, una persona mira el WhatsApp, como media, 150 veces al día. Si estás trabajando con la atención focalizada y sostenida (concentración) y de pronto miras al WhatsApp, esto afecta a la memoria a corto plazo de manera que se borra parte de la información que estabas manejando y tu rendimiento disminuye. Es decir, dejar que nuestra atención salte de una cosa a otra sin orden ni concierto, afecta notablemente al rendimiento y a la productividad.
¿Atender, centrar, concentrar, enfocar?
¿Es lo mismo?
El término atención tiene diferentes acepciones dependiendo de la disciplina que lo estudie, y con frecuencia se mezcla con centramiento, concentración o enfoque. A menudo se confunde atención con concentración. No es lo mismo exactamente. Vamos a ver unos conceptos siguiendo la clasificación de Luis López en su libro Educar la atención (Ed. Plataforma Actual):
- Atención es el proceso de orientar la mente a un objeto en exclusiva, sea el que sea y que puede cambiar a cada instante. De pronto está atendiendo al profesor como que cambias a la hoja, al lápiz que cae o a la mosca que vuela. Todos tenemos atención y la vamos moviendo de un sitio a otro.
- Concentración es la capacidad de mantener la atención en algo de un modo prolongado. Es decir, la focalización de la atención sostenida en una sola cosa durante un tiempo determinado ignorando cualquier otro estímulo. En palabras de Luis López: “cuando queremos concentrarnos, la atención, que suele estar libre, sufre por así decirlo un estrechamiento voluntario, un estrés perseverante de enfoque”. La atención siempre está activada, la cuestión es dónde la enfocamos y durante cuanto tiempo. La concentración es mental y muchas veces lo llamamos estar absorto en algo, estar en bavia, sin que implique que nos guste (flujo) o que lo aceptemos (mindfulness). A veces forzamos la concentración con estimulantes sin darle al cuerpo el descanso que necesita. La concentración mejora más cuidando el cuerpo que alargándola en el tiempo de manera forzada.
- Centramiento es estar centrados. Es decir, que nuestros tres canales: mental, emocional y corporal, funcionen a la vez en cualquier instante. Si mientras haces una cosa, por ejemplo cocinar, estás pensando en otra cosa bien distinta, no estás centrado. En mindfulness se trabaja mucho la conciencia corporal a través de la respiración, así como en el yoga y otras disciplinas, porque la conciencia corporal nos ayuda a centrarnos en el espacio y en el momento. Nos ayuda a volver cuando la mente se distrae.
- Estar en flujo (flow) equivale a estar centrados y, además, a gusto, gozando del momento. Es un estado en el que nos gustaría instalarnos pues es una experiencia que nos da satisfacción. Los obstáculos que encontramos para no estar siempre en ese estado de flow son la frustración y la insatisfacción. Si conseguimos minimizar esos dos obstáculos, tanto en las clases, como en el trabajo o en los quehaceres diarios, será más fácil mantener la atención.
- Atención plena o mindfulness es la cualidad mental de estar en el presente dándonos cuenta de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, presentes en la experiencia misma, con aceptación de lo que ocurre, amabilidad hacia nuestras sensaciones y sin juzgar ni desear que cambie. Es la capacidad que tiene la mente de observarse a sí misma.
Cada actividad y cada momento de tu día requerirá de una u otra. La base de todas es la atención y cómo la gestiones. No utilizas igual la atención mientras conduces, que debes estar alerta a lo que haces, a la dirección que sigues y a lo que ocurre alrededor, que cuando estás estudiando.
Pero no acusemos siempre a los estímulos externos como causantes de nuestras distracciones. Muchas veces nos distraemos por puro aburrimiento. Es interesante que lo observes. Por ello, te propongo el siguiente ejercicio para esta semana.
EJERCICIO
Ten a mano una libreta o tu teléfono inteligente para tomar notas.
Durante la semana cada vez que te des cuenta de que te distraes, observa qué estás haciendo. Si es por aburrimiento, anótalo. Ve confeccionando una lista de las cosas que te aburren y que provocan que tu mente busque alternativas mediante la distracción.
Anota al lado lo que podrías hacer para que esa actividad (que seguramente no tengas más remedio que hacer) sea más atractiva para ti. Usa tu creatividad y apertura mental. Déjalo en blanco si no se te ocurre nada.
Por ejemplo, si te aburres escuchando al profesor, una opción es tomar apuntes de lo que dice para centrar tu atención. Escribir es de las cosas que no se pueden hacer mientras se piensa en otra cosa. Pruébalo. Intenta escribir una cosa pensando en otra. ¿Difícil, verdad?
También funcionan los premios. ¡Prémiate si consigues estar más atento a lo que te aburre!.
Puedes compartir tu lista abajo, en los comentarios, con tus sugerencias.
La atención es la habilidad cognitiva básica de la cual dependen el resto de habilidades que configuran nuestra inteligencia.
¿Crees que es importante entrenar y trabajar la atención para vivir una vida más plena y satisfactoria? Cuéntame tu opinión y sigue de cerca el blog porque seguiremos escribiendo sobre este tema.
Foto: Gaelle Marcel vía Unsplash
27 septiembre, 2018
Interesante! Me pondré a prueba con ti ejercicio, me parecer sencillo y dinámico. Gracias!
27 septiembre, 2018
Me alegro Lidia. Ya me cuentas. Y si necesitas más, me avisas.
Gracias por pasarte por aquí.
Un saludo
Pilar
27 septiembre, 2018
Me parece como muy profesional el artículo, con tu permiso lo mandaré a mi fanpage de Divorciasdos y Separados porque me hablan de que andan descentrados, y no se concentran en sus tareas. GRACIAS PILAR
2 octubre, 2018
Gracias Miguel Ángel. Me alegra de que pueda ser de ayuda a tus seguidores. Si te preguntan o surge algún tema sobre el que pueda escribir o profundizar, me avisas que estaré encantada de aportar lo que esté en mi mano. Un saludo