Cuando era pequeña, mi padre, que era muy fan de los chistes malos, solía contarnos éste:
– Doctor, doctor, ¡me duele aquí!
– No se preocupe hombre, ¡siéntese allí!
Sé que no te ríes, pero intuyo una sonrisilla en tus labios, ¿verdad?. Este chiste tan simple, puede decir mucho. Una moraleja puede ser darnos cuenta de que a veces el mal que nos aqueja (dolor, desmotivación, frustración, depresión, pena….) puede solucionarse tan sólo con un cambio: cambio de trabajo, cambio de forma de pensar, cambio de actitud hacía lo que nos sucede….
Pero no es ese el tema de hoy. Porque hoy quiero hablar (otra vez) de mindfulness en la vida cotidiana.
Pienso en ese chiste cuando los que se inician en la práctica de mindfulness comentan: es que si medito de rodillas, me duelen… y el instructor contesta: te invito a probar con otra postura; o dicen: si cierro los ojos me mareo!, respuesta: prueba a dejarlos entre-abiertos; o cuentan cómo les resulta complicado llevar a su vida diaria una determinada actitud y la respuesta siempre es la misma: te invito a probarlo de otra manera.
¿Qué quiero decir con todo esto?. Que no hay normas fijas, no hay un decálogo a cumplir a pies juntillas. Mindfulness es vivir consciente del momento presente, darte cuenta de que la vida es ahora, que ayer pasó y mañana no lo conocemos. De lo único que estamos seguros es del momento que estamos viviendo, de este minuto, de este segundo. A partir de ahí, tu actitud ante lo que te sucede es lo que marcará la respuesta que des.
Una de las cosas que más me atraparon cuando comencé con mindfulness fue que el instructor (y posteriormente mis profesores y demás instructores) nunca jamás decía: tienes que, hay que, hazlo así…..
Sus palabras siempre eran: te invito a
Por ejemplo, en una meditación: te invito a que cierres los ojos, te invito a que te sientes de una manera digna, te invito a que traigas tu mente hacía….. Qué diferente es la actitud/respuesta del que se siente obligado a hacer del que se siente invitado!. ¿Lo has pensado?. Si nos dicen ¡Sube!, ¡tienes que subir!, parece que se nos tuerce el morro porque a lo mejor ahora no me va bien o no quiero saber lo que hay arriba. Pero si te dicen te invito a subir, ummmm, la invitación amable primero nos da pie a decir que no si no nos viene bien sin sentirnos mal por ello, y segundo, nos puede dar una curiosidad saber qué hay ahí arriba, lo hace más atractivo, porque además la respuesta, subir o no, la elegimos nosotros; subimos porque queremos, nadie nos obliga.
Te invito
Jon Kabat-Zinn, el profesor de medicina y doctor en biología que nos trajo el mindfulness a occidente, habla de las 7 actitudes mindfulness, que son:
- No juzgar
- Aceptación
- Mente de principiante
- No obcecarse en el logro
- Ecuanimidad / desapego
- Confianza
- Paciencia y constancia
De cada una de ellas iremos hablando en diferentes posts. Lo que me interesa ahora es que veas que son actitudes, repito: actitudes con las que nos recomienda enfrentarnos a la vida. No son preceptos, ni normas, ni obligaciones. La única obligación que te pedirán si te inicias en mindfulness es la de vivir, y vivir ahora.
En una sociedad llena de normas, con una educación religiosa (católica o cualquier otra) con muchos preceptos, obligaciones en el entorno laboral, órdenes que cumplir en otros ámbitos (si perteneces a un partido o a una asociación o a un equipo de cualquier deporte, por darte ejemplos), la flexibilidad que me ofrecía mindfulness me llenó de calma; no tenía que dar cuentas a nadie de nada, más que a mí misma.
En cuanto a la meditación, no hay reglas que si no las cumples es que lo haces mal. Sólo la intención ya cuenta. No hay buenos ni malos meditadores, sólo hay meditadores, sin calificar.
No importa si no puedes meditar todos los días, no pasa nada si una vez meditas 10 minutos, otra 30 y otra 3… Si lo haces solo o en compañía, en silencio o con una audición… Está claro que cuánto más practiques mejor para ti, para tu mente y para tu cuerpo. Pero eso ya lo decides tú. Sin reglas.
Cuando decides vivir con una actitud mindfulness observarás que:
- nadie te pide que seas amable con los demás. Se te invita a ser amable contigo mismo. Siendo amable contigo mismo y tratándote bien, serás amable con los demás
- nadie te exige que no juzgues a los demás. Se te invita a no juzgarte y no criticarte. Y al hacerlo, no lo harás con los demás. Al darte cuenta de que todos ansiamos sentirnos felices y de que cada uno libra su propia batalla, de que no eres el único en el mundo, dejarás de ser tan crítico. Sin que eso sea una norma.
- nadie te pide que seas agradecido. Conforme practiques, sentirás ese agradecimiento por todo lo que eres, por tu vida, sin que ello sea una obligación.
- nadie te pide que te calmes cuando una situación te enoja. Se te invita a respirar, aunque sea brevemente, de manera que en un segundo te das cuenta de la situación y eliges tu respuesta. Ya no reaccionas. Respondes de la manera elegida por ti. Puede ser dar un grito o mantener la calma. Sea la que sea, la eliges conscientemente.
- en definitiva, nadie te pide que hagas nada, porque a veces no hacer nada es todo lo que hay que hacer.
Si ayudas a alguien, eres compasivo, amable, solidario, honesto, disciplinado, con genio, paciente, … será porque tú eliges serlo. Desde aquí, te invito a que pruebes.
A lo mejor padeces insomnio, sientes que estás todo el día de mal humor, tienes miedos y no sabes cómo gestionarlos, tu vida es estresante y vas con el piloto automático puesto, te desahogas gritando a tus hijos por no gritarle a tu jefe, vives con los nervios a flor de piel, has sufrido una gran pérdida y no sabes cómo seguir con tu vida…… O a lo mejor no te ocurre nada de esto. Sea cuál sea tu situación, te invito a probar, te invito a darte cuenta de que este minuto en el que estás viviendo ahora es precioso y nunca nunca volverá a repetirse.
Te invito también a compartir este post si te ha gustado, te invito a suscribirte al blog si te interesa lo que comparto, te invito a que comentes lo que quieras… te invito a vivir siendo así, como ya ERES.
27 noviembre, 2015
[…] Se requiere constancia, práctica habitual (mira que ni siquiera digo diaria, y como decía en mi post anterior, no hay exigencia de tiempo o duración; cada uno según sus circunstancias y […]